crónica de las palabras de un hombre de Dios:
Palabras proféticas fueron las que escuchamos ayer en el Ateneo de Madrid en boca de John Shelby Spong. A pesar de ser 16 veces amenazado de muerte, por sus propios hermanos cristianos, al defender al colectivo LGTB, no salen de sus labios palabras llenas de resentimiento, sino un grito a la esperanza del comienzo de un mundo nuevo en igualdad
Se muestra convencido en sus afirmaciones: “Los prejuicios en contra de las personas LGTB están decayendo en el mundo desarrollado y están muriendo, porque los prejuicios están siendo desmentidos. La homosexualidad es algo que la persona es, y no lo que hace. Cuando la homofobia se acerca a esta verdad, empieza a morir”.
Después de muchos años de un intento de diálogo con cristianos fundamentalistas, Spong se muestra convencido de que “las personas que se basan en la Biblia para condenar la homosexualidad son analfabetos bíblicos, y usan la Biblia para justificar su homofobia”.
Este hombre casado desde hace más de 50 años, y con una familia numerosa, es defensor del matrimonio igualitario. Comentando el capítulo del Génesis, en el que la Iglesia Católica basa su condena del matrimonio igualitario, afirma: “al principio no fue hombre y mujer unidos para siempre, sino un hombre con un harén de mujeres, donde éstas eran tratadas como objetos. Así aparece en los libros más antiguos de la Biblia. Pero el matrimonio es una institución en evolución, y el matrimonio igualitario forma parte de esta evolución, y es la alternativa a la promiscuidad” Entiende que la negativa de la Iglesia a aceptar el matrimonio igualitario reside en dos cuestiones. La primera es “que el poder de la Iglesia reside en intentar mantener todo como ha sido siempre”. Y la segunda “ es que las cuestiones sexuales causan mucho miedo en la Iglesia, y cuando salen a la luz ese miedo crea actitudes muy destructivas. El miedo lleva a la Iglesia a hacer y decir cosas horribles, de las que se arrepiente 100 años más tarde” . Como obispo afirma: “la no acogida por parte de la Iglesia a los homosexuales es tan injusta, crea tanta violencia, tanto dolor, que debería llenarnos de vergüenza”.
Sus palabras finales son palabras de esperanza, consuelo, y ánimo en la lucha: “Los que lucháis por el derecho de las personas LGTB sabed que estáis en el lugar ganador, y sois el ejemplo de lo que las Iglesias cristianas deberían ser”.
Necesitamos hombres y mujeres de Dios, sin miedo a dar testimonio de que “el Evangelio de Jesús es ayudar a que todas las personas se hagan más humanas, y esta es la razón por la que Jesús dijo que había venido a dar vida abundante”.
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