viernes, 30 de septiembre de 2011

EE.UU: los capellanes militares podrán oficiar matrimonios gay


  • 30/09/2011 14:09 | Agencia EFE


  • El Pentágono emitió nuevas normas que permiten a los capellanes militares de Estados Unidos oficiar bodas entre personas del mismo sexo, en los casos en que la ley y sus creencias personales lo permitan.
    La orden, difundida hoy por el Departamento de Defensa, entró en vigor el pasado 20 de septiembre, el mismo día en que terminó oficialmente la política de 1993 que prohibía a los soldados que se declararan homosexuales pertenecer al Ejército.
    "Un capellán militar podrá participar u oficiar cualquier ceremonia privada, ya sea dentro o fuera de instalaciones militares, siempre que la ceremonia no esté prohibida por las leyes estatales y locales aplicables", indicó el Departamento de Defensa en la orden.
    Matices. Los capellanes no estarán obligados, sin embargo, "a participar u oficiar una ceremonia privada si hacerlo estuviera en discordancia con los principios de su religión", matiza la orden, firmada por el subsecretario de Defensa para Preparación y Personal de Estados Unidos, Clifford Stanley.
    La directiva subraya que el permiso a la participación de los capellanes en "ceremonias privadas", como las que casan a homosexuales, "no constituye un respaldo a esa ceremonia por parte del Departamento de Defensa".
    Legal. El matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en Vermont, Masachusets, Connecticut, Iowa, Nueva York, Hawai y el Distrito de Columbia, y a nivel local en ciudades de una decena de estados, como en San Francisco.
    Los militares homosexuales pueden declarar ahora abiertamente su orientación sexual sin temor a ser expulsados del Ejército, pero los activistas señalan que aún les queda una batalla pendiente: la revocación de la "Ley de Defensa del Matrimonio" (DOMA, en inglés), que sólo reconoce el matrimonio entre un hombre y una mujer.

    domingo, 25 de septiembre de 2011

    Testimonio de ex-testigo de Jehová.


    A LA COMUNIDAD CRISTIANA GLBT
    Queridos compañeros de causa:
    Les envío mi saludo de amor y de paz. Me presento ante ustedes como una persona solidaria con nuestra diversidad y con el pensamiento del Evangelio. Por ahora me haré llamar “Bill”, venezolano de nacimiento y de origen europeo.
    Cuando apenas contaba con nueve años de edad, ingresé junto a mi madre a la organización religiosa conocida como “Los Testigos de Jehová.” Al llegar a la adolescencia, un miembro prominente de la Sociedad Watchtower de Nueva York, y quien más tarde llegaría a ser presidente de la misma, me animó para dedicarme a tiempo completo como predicador de casa en casa, o como ellos lo llaman, “precursor.”
    Los cálculos proféticos de los TJ indicaban que el fin del sistema mundial de cosas estaba por llegar de un momento a otro. Así que abandoné mis estudios de educación secundaria y emprendí el servicio de “precursor regular.” Con el paso del tiempo hice rápido progreso en la organización y siendo bastante joven, fui ocupando nuevas posiciones o “privilegios”, como ser “anciano”, “precursor especial” o misionero local y “superintendente itinerante.” Por muchos años mantuve una hoja de servicio impecable en la organización Watchtower.
    A mediados de la década de los 80, mientras desempeñaba mis tareas con entusiasmo y dedicación, hice unos interesantes descubrimientos. Yo acostumbraba estudiar los escritos bíblicos con detenimiento y objetividad, y orando cada vez que surgía alguna duda. De esta manera, pude detectar varias inconsistencias entre el mensaje puro del Evangelio y las enseñanzas de los TJ. Sin embargo, confiando en que la organización iría aclarando las cosas con el pasar del tiempo, no compartí estas apreciaciones con ningún otro Testigo. Sin embargo, en la medida en que mis estudios avanzaban y se profundizaban, mi relación personal con mi Creador y con su Hijo Jesucristo se iba estrechando cada vez más.
    Mis inquietudes espirituales no se limitaban a tan solo el aspecto doctrinal. Mis experiencias como “anciano” en el manejo de los asuntos confidenciales de mis hermanos en la fe, así como los míos propios, me hicieron explorar el terreno de la sexualidad humana. La presencia de la diversidad sexual, su incomprensión y la posición tenazmente condenatoria de parte de la mayoría de los grupos cristianos, no encajaba con el modelo de tolerancia ejercido por Jesús e imitado por sus seguidores genuinos. Avanzados estudios académicos y teológicos arrojaban una nueva luz sobre estos temas. Así pude reconocer algo que ya intuía, y es que mi sexualidad no era producto de una elección voluntaria, por lo cual no podía ser juzgada moralmente. Tampoco fue inducida por factores exógenos o ambientales, ni por algún “accidente” genético. Somos sencillamente un ejemplo más de la gran diversidad que se manifiesta por toda la creación. –Vea Mateo 19:12; Romanos 11:33 y I Corintios 7:7.
    No obstante la discreción con la cual sometía a prueba las doctrinas y procedimientos de la Watchtower, la oficina representante de la organización en el país, la cual siempre me tuvo en alta estima y confianza, tuvo al fin conocimiento de mis investigaciones, puesto que los Testigos se vigilan los unos a los otros y reportan las “irregularidades” a los líderes. Un chico, hermano de una persona de mi confianza, me delató. Esto condujo a una serie de averiguaciones e interrogatorios hasta lograr que yo fuese enjuiciado por un tribunal interno o “comité judicial”, especialmente designado para mi caso. Fui interrogado y amonestado por espacio de cuatro horas. Concluida la audiencia, se me dio una semana de plazo para recapacitar y arrepentirme. Sin embargo, yo estaba decidido a romper con la secta. Les envié una carta de renuncia en términos breves y respetuosos. Ésta fue rechazada y el dictamen fue que debía ser expulsado por “apostasía”, es decir, por haber visitado otras iglesias y haberme comunicado con miembros disidentes de la central mundial de la Watchtower en Nueva York.
    Aparte de solo una ocasión anterior en la que los hermanos Testigos salieron en mi defensa ante rumores de que yo era gay, mi orientación sexual no fue tema en esta audiencia. Sin embargo, supe de buena fuente que algunos miembros prominentes de la familia de trabajadores y directores de la central mundial (Betel) de Brooklyn, N.Y., estuvieron implicados en actividades de tipo homosexual y debieron ser despedidos y expulsados. En mis visitas como superintendente de circuito para diferentes congregaciones, tuve conocimiento de otros compañeros nuestros que guardaban sus pequeños secretos.
    Mi expulsión generó mucha inquietud en la comunidad de Testigos de Jehová por todo el país, mientras los chismes elaboraban las más ridículas y absurdas especulaciones. Esto se tolera con el objetivo deliberado de destruir la reputación del agraviado e impedir que algún Testigo pueda conocer la otra versión de los hechos. Los miembros leales están obligados a cortar todo trato social y espiritual con un expulsado, incluyendo a los parientes cercanos que sean miembros del grupo. Mi madre, con una larga trayectoria de leal servicio a la WT, estaba devastada por la vergüenza y el oprobio que en ella recaía por mi “pecado”. Yo esperaba recibir apoyo de mi padre que no era TJ, pero al año de mi defección, enfermó de un mal incurable y fallece antes de poder expresar su última voluntad en un testamento. El secreto acerca de sus bienes de fortuna se lo llevó a la tumba, quedando mi madre y yo casi totalmente desamparados. Hasta ese momento, y gracias a los negocios rentables de mi padre, llevábamos un estilo de vida privilegiado. Mi madre, habituada a las cosas buenas de la vida, se desesperaba. Yo nunca había recibido entrenamiento para un oficio formal, ya que el fin del sistema de cosas “estaba a la vuelta de la esquina”, como enseñan los TJ. El dilema era, ¿cómo podría yo ahora mantener el alto nivel de vida al que estábamos siempre acostumbrados?
    Luego de haber reunido algunos recursos por la venta de joyas y obras de arte, mi madre insistió en cambiarnos de domicilio hacia otra localidad distante donde no fuésemos inmediatamente reconocidos por los TJ, aunque mi mamá continuaría frecuentando todas las reuniones en el “Salón del Reino” y participando en las actividades programadas por la organización. Según los TJ, la salvación nunca está garantizada. Sin embargo, trabajando duro en las actividades de la WT, hay “alguna posibilidad” de escapar del fin que se aproxima.
    Por razones de conciencia y de ceder ante la tenaz voluntad de mi madre, acepté quedarme con ella para no dejarla desamparada, ya que no contábamos con familiares en este país en procura de auxilio. Ella, a su vez, abrigaba la esperanza de que con el tiempo yo recobrara el juicio y regresaría arrepentido de nuevo al rebaño. Pero mi falta de experiencia en el mundo para ganarme el sustento fuera de la Watchtower, además de las insistentes presiones de mi madre, hicieron de mi vida una pesadilla. Muchas veces debía llevar a mi madre en mi coche a sus compromisos con la congregación y esperar hasta la hora de regresar a casa, lo cual aprovechaba para romper en llanto, suplicando al Señor que me liberara de tanta miseria.
    En medio de toda esta tragedia, yo no me desesperaba ni perdía la paz mental. Seguía el consejo cristiano de orar y confiar en que Dios no me dejaría sin su apoyo. Al fin, con la experiencia y el adiestramiento que había recibido en la WT, pude conseguir un trabajo en una conocida emisora de radio como locutor y representante publicitario. Al principio, los ingresos eran modestos, pero alcanzaban para cubrir los gastos básicos y ayudar a mi madre. Ella fallecería años más tarde de un cáncer uterino. Aun conservo el mismo trabajo, pero el ambiente que prevalece en esta localidad donde vivo, zona privilegiada y próxima a la playa, no facilita mi recuperación espiritual y emocional. Las iglesias cristianas locales son, en su mayoría, legalistas o fundamentalistas. Están infiltradas por la intolerancia y la homofobia hacia las minorías sexuales, ya que aquí en la región predomina la cultura machista. Siempre estoy solo, pues no hallo con quien compartir, a no ser por Internet.
    Mi estrecha relación personal con Dios, así como los períodos diarios de estudio y reflexión, han permitido que Su espíritu me fortalezca en medio de situaciones muy difíciles. En el 2005 caí inesperadamente enfermo presentando un agudo malestar abdominal. Siempre me conservaba en buen estado físico, sin embargo, los estudios médicos revelaron que tenía tumores malignos alojados en el colon. Semanas sin ingerir alimento por inapetencia me hicieron perder mucho peso. Estaba muy débil para ser intervenido. Mi peso descendió de 74 kilos a tan solo 35. No me daban muchas esperanzas y tampoco contaba con algún pariente que cuidara de mí. Hubo quienes ayudaron con donaciones, mientras otros venían a hacerme compañía en el hospital. Los alimentos me eran suministrados por vía intravenosa. Permanecí entubado de la cabeza a los pies. La incomodidad y los dolores me impidieron dormir tranquilo por semanas. Al fin me operaron y hubo que remover casi todo el intestino grueso.
    El proceso de recuperación fue lento y penoso, pero yo conservaba la paz y la confianza en mi Señor. No me extiendo mucho en detalles sobre esta infortunada experiencia, pero puedo decir que ya estoy totalmente recuperado, gracias a Dios.
    Mi rutina de trabajo ha cambiado. Casi todas mis actividades de la radio y otras que cumplo como traductor bilingüe, las llevo a cabo desde mi estudio con el ordenador. Mis únicos amigos han sido mis contactos cibernéticos. Sin embargo, como explicaba en un foro cristiano en el que participo, vivo solo, trabajo solo, como solo y duermo solo. Extraño el compañerismo cálido y tierno al que todo ser humano normal aspira. (Eclesiastés 4:9-12) Pero siempre conservo mi buen humor y mi carácter afable y conciliatorio. Jamás he tenido una disputa acalorada con alguien. Creo en el diálogo, el perdón, la compasión y la misericordia como factores esenciales en toda relación humana. El amor y la humildad contribuyen a dirimir las diferencias, siempre haciendo empeño en aprovechar cada oportunidad para hacer el bien, sin prejuzgar ni excluir. El Evangelio, que es lo único que Cristo nos envió a proclamar (Mat. 28:19, 20), no dice una sola palabra en contra del amor genuino entre personas del mismo sexo, como está plenamente demostrado. Aunque no he tenido aun el privilegio de haber entablado una relación sentimental permanente y comprometida, sin embargo ahora disfruto, como nunca antes, de una gran paz interior como seguidor de nuestro único Señor y Salvador, Jesucristo. En su gran amor y misericordia siempre respondió a mis ruegos y me concedió la libertad que las sectas prometen pero que no entregan. (Juan 8:31, 32) Es mi deseo poder conocer por esta vía a otras personas que se identifiquen conmigo compartiendo estos mismos valores. Bienvenidos todos aquellos miembros de la familia cristiana GLBT que tengan algo positivo que aportar dentro de nuestras atípicas circunstancias y por haberme concedido un espacio en vuestros corazones.
    No quiero cerrar sin antes incluir aquí las palabras de nuestro Señor Jesucristo al resumir la única ley vigente para los creyentes, la ley del amor reflejada en el Evangelio, cuando dice, “Así pues, haced vosotros con los demás como queréis que los demás hagan con vosotros; porque esto es lo que mandan la ley y los escritos de los profetas.”
    Que la paz y el amor de Dios esté con todos.
    “Bill”

    jueves, 22 de septiembre de 2011

    EEUU.conmoción por la muerte de un chico gay al que cargaban sus compañeros


     JAMES RODEMEYER TENIA 14 AÑOS Y HACIA TERAPIA PARA SALIR DE LA DEPRESION.DEJO UNA CARTA DE DESPEDIDA EN FACEBOOK Y SE SUICIDO.

    El bullying, una forma de violencia física o verbal en el entorno escolar, se cobró una nueva víctima en Estados Unidos: un chico de 14 años se suicidó como consecuencia de las pesadas bromas que soportaba en la escuela y en los foros de Internet por ser homosexual. 

    El caso conmociona al mundo y enciende una nueva alarma respecto del maltrato reiterado entre compañeros de colegio. James Rodemeyer había contado su padecimiento y pedido ayuda a través de las redes sociales Facebook y Twitter en varias oportunidades. Incluso llegó a grabar un video de la serie "It gets Better" ("Se pone mejor"), en el que pese a manifestar su dolor, se mostraba dispuesto a sobreponerse a las burlas. 

    Pero eso no sucedió. Sus papás lo encontraron muerto en su casa de Buffalo, en Nueva York. Había dejado una carta de despedida en las redes sociales, donde su final causa hoy conmoción (en Facebook se abrieron varias páginas en su nombre y en Twitter es un tema muy comentado). 

    Cruzada por dolor, pero con una firme entereza, la mamá admitió que "Jamie era acosado, pero también tenía buenos amigos que lo apoyaban y fue un adolescente feliz”. Según dijo, el chico asistía a terapia para salir de la depresión. 

    James era fanático de Lady Gaga a tal punto que reprodujo un fragmento de su tema “The queen” en su carta de despedida publicada en Facebook. La muerte del chico causó un fuerte impacto en la cantante que, enterada de la noticia, tuiteó: “En los últimos días estuve llorando, reflexionado y gritando. Estoy muy enojada”. Además, aseguró que se reunirá con el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, para luchar contra el acoso en las escuelas. 

    No fue la única. El cantante Ricky Martin también usó Twitter para mostrar su indignación por la muerte de Jamie. "Cuantas vidas tenemos que perder para finalmente detener el acoso, el odio, la intolerancia, el abuso", escribió en su cuenta, en la que puso una imagen del chico como foto de perfil. 

    miércoles, 21 de septiembre de 2011

    El Gobierno argentino impulsa la Ley Identidad de género.

    El gobierno de Cristina Kirchner dio luz verde a un proyecto de ley en el Congreso que otorgará el derecho al cambio de sexo en el país con una intervención quirúrgica, y también a tramitar el DNI con una nueva “identidad de género”, ya sea con o sin previo tratamiento médico. Noticia que nos cuenta Mariano Obarrio en La Nación:
    Tras aprobarse el matrimonio entre personas del mismo sexo hace más de un año, en Argentina se acaba de dar luz verde a una ley que permitirá el cambio de sexo. En el marco de esta nueva ley de identidad de género, cualquier persona mayor de 18 años podrá cambiarse rápidamente su nombre y su género en el DNI, ya que el permiso para la “rectificación de género” hará necesaria únicamente para poder cambiarse el DNI una simple declaración jurada en lugar de una autorización judicial, en la que la persona exprese el cambio de sexo, independientemente de si se ha producido o no una operación de reasignación de sexo
    Tras la aprobación de la Casa Rosada, sede del Gobierno Argentino, los diputados del Congreso deberán en las próximas semanas tratar de alcanzar el consenso necesario para emitir un único dictamen sobre la nueva ley. De momento, el interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación, Pedro Mouratian, la apoyó el pasado 18 de agosto durante una reunión conjunta de las comisiones de Legislación General y de Justicia.
    La aprobación de la nueva ley supone un importante paso en Argentina, ya que en este momento están prohibidas las operaciones de cambio de sexo, al no estar habilitado ningún médico para realizar las operaciones, bajo penas muy serveras. Ante estas prohibiciones, numerosas personas han debido marcharse a recibir tratamiento a países como Chile.
    Sin duda, un paso importante que ayudará a mucha gente a mejorar su calidad de vida y su día a día, no sólo por lo que supone por dignidad personal de cada ciudadano, sino porque muchas de estas personas, al no corresponderse su imagen personal con la información que aparece en el DNI se ven imposibilitadas para acceder a un puesto de trabajo digno, o a una vivienda, entre otros derechos y servicios esenciales.

    martes, 6 de septiembre de 2011

    Teresa Forcades defiende el matrimonio igualitario


    Entrevista valiente de nuestra hermana Teresa Forcades que, como es lógico ha sulfurado a la Caverna .
    “¿En qué sentido es sacramento el matrimonio? A veces he desarrollado esta idea para argumentar teológicamente la posibilidad del matrimonio homosexual bendecido por la Iglesia, que creo que no es contradictorio con nada de la teología. Soy consciente de que el magisterio actual no va en este sentido, pero la teología, como yo la comprendo en su profundidad no contradice eso”.
    Así se manifiesta Teresa Forcades, monja benedictina, teóloga y médica, en una entrevista concedida a la Revista Alandar, en la que aborda la realidad de la teología feminista hoy en día. Y como defiende el matrimonio igualitario, a la dialoganta
    Teresa Forcades es monja benedictina, médica y teóloga. Tiene un doctorado en salud pública y otro en teología fundamental sobre la trinidad y el concepto de persona. Se hizo muy conocida hace un par de años por sus opiniones críticas sobre la gripe A, pero ése es sólo uno de los temas sobre los que resulta fascinante hablar con ella. Entre sus publicaciones recientes, Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas (Cuadernos CiJ 141), La Trinitat, avui (Abadía de Montserrat, 2005) y La teología feminista en la historia (Fragmenta, 2007).
    Vicepresidenta de la Asociación Europea de Mujeres en la Investigación Teológica (ESWTR) (www.eswtr.org/es), es un referente en teología feminista, que “no es un subapartado: o toda la teología es liberación, o no es teología. O es feminista -entendiendo feminista como una identidad, para hombres y mujeres, a imagen de Dios, sin quedar coartada por ningún estereotipo-, o no es teología”. Cuando tenemos esta conversación, se prepara la conferencia bianual de la ESWTR, celebrada en Salamanca a finales de agosto sobre La teología feminista: escuchar, comprender y responder en un mundo secular y plural.
    Las aportaciones de Teresa son conocidas en sus escritos y en su accesible –y muy recomendable- web (http://www.benedictinescat.com/montserrat/teresacas…). Esta tranquila conversación en su monasterio de Montserrat trata de algunas de ellas.
    Me resulta especialmente interesante que comience el libro señalando que la teología feminista nace de una experiencia de contradicción. Es decir, algo que no queda fuera de la persona, lo que viene a significar que esta teología cuestiona tanto el objeto de estudio como quien estudia.
    Me gusta que lo plantees así, porque lo que menos me gusta es lo políticamente correcto, que significa “esto ya me lo sé, ya sé lo que tengo que decir y lo que tengo que hacer”. Creo que esto, en cualquier ámbito, es lo contrario de lo que tenemos que hacer. Lo que yo aprendo en la experiencia monástica es a vivir de este inédito de Dios. En palabras de Santa Teresa, son esas moradas, en cuyo centro está la cámara nupcial, imagínate, ¿qué es eso? Es el encuentro interpersonal, el encuentro amoroso; sólo puedes entrar allí si das el todo. Y si haces eso, las cosas cambian. Precisamente hoy nos dice el Evangelio que los zorros tienen madriguera, los pájaros tienen nidos, el hijo del hombre no tiene donde reposar la cabeza. Siguiendo esto, que cuando hagamos teología no sea desde ningún tipo de dogmatismo, sino desde la autenticidad de la experiencia. Creo que la teología feminista –y toda la teología de la liberación- es exactamente eso: poner en el centro la persona con su experiencia única.
    Quiero decir que, en tanto que experiencia, es algo que le afecta personalmente.
    Claro. Escribir este libro me costó lágrimas. Por ejemplo, cuando ves que Gregorio de Nacianzo denunciaba con enorme clarividencia algunos aspectos de la situación de las mujeres en el siglo IV que siguen igual en el XXI, como si Dios hubiera asignado a las mujeres unos roles que en realidad les ha adjudicado una evolución social de un determinado tipo. Esa percepción de que ha habido en la historia, generación tras generación, mujeres que se han sentido limitadas en su desarrollo personal a causa de estos estereotipos causa pena y congoja.
    Junto a esto, causa gozo ver que, también generación tras generación, a lo largo de la historia también ha habido personas que no se conforman ante esta situación. Aunque hay una reacción constante contra este anhelo, aunque muchas de estas experiencias acaban mal, el anhelo surge y tampoco cesa, porque mientras haya mujeres existirá este anhelo de ser lo que te parezca que tienes que ser, lo que Dios te dé a entender que tienes que ser.
    En más de una ocasión dice y escribe–la traducción en términos simples es mía- que la sociedad patriarcal no es cosa sólo de hombres. Entiendo que esto significa que usted no asigna a las mujeres un papel de víctimas, sino de sujetos. ¿Es esto lo que distingue la teología femenina –hecha por mujeres- de la feminista?
    Yo suelo explicar esto diciendo que para mí el patriarcado no es la sociedad que han hecho los varones en contra de las mujeres, sino la sociedad que hemos construido y mantenemos aún hoy, mujeres y varones, en tanto que vivimos nuestra vida adulta en continuidad con el patrón de subjetivación infantil, que tiene como referente la figura materna. A mí me convencen las teorías que sostienen que los niños y las niñas tienen género; y eso no se debe sólo a la cultura, es que lo tienen, porque tienen en su punto de mira de referente subjetivo a una figura que es la madre. Si soy niño, me percibo como distinto; si soy niña, soy como ella. Creo que esto es la base de la subjetivación infantil. La subjetivación plena, que es la adulta, no te viene dada desde fuera, sino que tienes que adquirirla desde la libertad. Da igual cómo empieces, pero si en la edad adulta vives aún con el referente materno, tienes mujeres que hacen de mamá a los hombres –en el trabajo, a su marido, al jefe, a quien sea, a todo el mundo- y hombres que “se dejan querer” y se aprovechan de esta situación en la que se sitúa la mujer, no sólo por presión social, aunque está claro que la sociedad puede ayudar –a hombres y mujeres- a superar el patrón infantil, o puede dificultarte muchísimo esta liberación. Esta perspectiva saca a las mujeres del rol de víctimas, en cuanto rol. Esto no significa que no haya mujeres víctimas de abusos que hay que denunciar. Eso es distinto que colocar a las mujeres en la sociedad patriarcal en un rol que no tiene en cuenta su papel activo. Es bastante común entre las mujeres preferir varones en los roles de autoridad, lo que debería hacernos reflexionar a las que queremos pensar desde categorías feministas. No para frustrarnos, sino para ser conscientes de que la fuerza que crea y sostiene la sociedad patriarcal no es coyuntural, sino que está enraizada en la propuesta de crecimiento personal. Y el precio es, en palabras de Fromm, el miedo a la libertad. Es muy bonito hablar de libertad cuando estás en tu sillón tranquilita, pero en la vida real, cuando te encuentras en una situación en la que no sabes qué hacer, te retrotraes al patrón infantil: tú haces de mamá y el otro se deja querer, que es donde encontramos una seguridad afectiva superficial, ficticia, que no satisface a la persona adulta.
    La teología, que es una reflexión sobre Dios, creo que enlaza muy bien con esta propuesta del feminismo porque es exactamente eso lo que el Evangelio nos dice: “Deja al padre y a la madre; si no odias al padre y a la madre, tú no puedes venir conmigo. Deja ya a la familia y mírame a mí, que soy amor y libertad total y absoluta y camina sobre las aguas”. Eso es fascinante cuando lo oyes, pero en la vida real quiere decir “atrévete a dar pasos que no sabes cómo van a acabar”. Eso creo que le da a la vida un dinamismo, un interés, al mismo tiempo que el miedo este.
    “La teología feminista -y toda la teología de la liberación- consiste en poner en el centro a la persona”
    Seguir los caminos trazados tampoco garantiza no equivocarte…
    Claro, pero te parece que sí.
    En último término, el patriarcado es una cuestión de poder, de manera que supongo que la propuesta de la teología feminista, en cuanto teología de liberación, no es –dicho vulgarmente- de “darle la vuelta a la tortilla”, que el poder cambie de manos, sino cambiar dominio por comunión.
    Esto es fundamental. El reino de lo humano no podrá existir hasta que no estemos juntos hombres y mujeres. Este reino de lo humano no es el de los varones al que las mujeres solicitamos entrada. Yo no quiero ir a tu reino, que es un reino en el que tú has aceptado que la mitad de la humanidad esté por debajo. ¿Cómo va a ser eso el reino de lo humano? El reino de lo humano está allí y, si quieres, caminamos como compañeros a ver si llegamos, pero mi llegada feminista no será una llegada hacia ti, como varón, a ver si te alcanzo. Eso sería el feminismo burgués -o ni eso- y a mí no me interesa para nada.
    Mi idea no es pensar que hay un espacio de poder que ya está ocupado y vamos a ver si conseguimos meternos ahí dentro. Eso no me interesa para nada. Yo quiero vivir de otra manera; creo que esa utopía real está ahí, más adelante y es Cristo que nos precede a la Galilea, el Cristo resucitado que nos desconcierta, que dice “os encontraré en Galilea”, y ahí vamos con lo que tenemos, con nuestras dificultades, pero de ninguna es algo que ya sabemos lo que es, sino que lo vivimos en la medida en que lo experimentamos. No es que lo piensas primero y lo vives después, sino que es vivir desde la confianza, desde la fe.
    ¿Enlaza esto con otro tema muy suyo, la trinidad? Más allá de las “explicaciones” intelectuales y oscuras de la trinidad, nuestra experiencia humana es que, allá en el centro, somos irreductiblemente una, así que qué gusto ser esencialmente comunidad. Una sociedad, una historia, unas relaciones humanas construidas no sobre el dominio, sino sobre la comunión sí que serían imagen de Dios. No sé si se me va la olla relacionando temas…
    Para mí son temas muy cercanos. El cristiano, la cristiana adulta, hace de su referencia central no la madre, que ya hizo su trabajo y hay que dejarla descansar, sino un Dios que es comunión. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar, que la diversidad no es sub-óptima. Muchas filosofías, la más conocida de las cuales es el platonismo, han sostenido y sostienen que la unidad es óptima, la diversidad es sub-óptima; es la multiplicidad del mundo caído: nos diversificamos cuando estamos por debajo de la perfección; cuando llegas al uno, eso es monolitico.
    Pero el dios cristiano dice que no es así, porque ese uno es una falacia, es una quimera para el mundo cristiano, porque en el centro de la inteligibilidad de todo lo que existe coloca un dinamismo, una danza de tres irreductibles, por encima de los cuales no hay nada. Por lo tanto, la diversidad es óptima, es máxima, no hay unidad que la supere; lo que no niega la unidad, porque lo que ocurre es que no opone diversidad/unidad; formula una unidad que sólo es posible desde y en la diversidad: más unida, más diversificada. Y creo que esto no es una afirmación vana, sino que es la experiencia que hace todo el mundo cuando se siente amado. En una relación de amor no sabes dónde acabas tú y dónde empieza la otra persona, a la vez que potencia que seas tú misma. Son dos dimensiones que se viven simultáneamente. Que Dios es amor no es una metáfora, es una vivencia.
    La experiencia humana va por ahí y más iría si cambiáramos “o” por “y”, la adversativa por la coordinada, si cambiáramos el régimen de incompatibilidad de la libertad kantiana (tu libertad acaba donde empieza la mía) por la experiencia elemental de que los demás hacen posible nuestra libertad; las otras personas, de hecho, no son rivales, sino posibilidades.
    Claro, esta es una libertad capitallista: somos rivales; mientras más tengas tú, menos tengo yo, en las antípodas de la frase de Rosa Luxemburgo -“la libertad es siempre la libertad de quien piensa distinto”- o el ideal anarquista de que nadie será libre hasta que todos seamos libres.
    “El reino de lo humano no es el de los varones, al que las mujeres solicitamos entrada”.
    Volvamos a la Trinidad…
    ¿En qué sentido es sacramento el matrimonio? A veces he desarrollado esta idea para argumentar teológicamente la posibilidad del matrimonio homosexual bendecido por la Iglesia, que creo que no es contradictorio con nada de la teología. Soy consciente de que el magisterio actual no va en este sentido, pero la teología, como yo la comprendo en su profundidad no contradice eso.
    Respecto al matrimonio cristiano como sacramento, algunas personas consideran el punto capital de esa unión la complementariedad. Sin embargo, si decimos que es sacramento será porque es signo de algo, que es el amor de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu y esos tres no se complementan para nada. El Padre no le dice al Hijo “eres lo que me falta”. Esto no va así en la trinidad: el Padre le ama gratuitamente -no porque le falte nada- y esto es lo esencial de este amor. Eso es lo esencial de ese amor, como todo amor; si no, es una mercancía, un mercadeo. Es un amor que no puedes razonar. ¿Por qué amas a esa persona así? ¿Porque es rubia? ¿El día que se tiña, se acabó? Eso es una tontería. “Porque me hace sentir bien” Pues el día que esté de malas, tú ya puedes empezar a hacer aguas. No, es otra cosa. Las personas somos capacidad de ser y cuando tú te unes a otra con esa voluntad de caminar juntos, el camino queda abierto. Eso no quiere decir, por supuesto, que tengas que soportar una situación de abuso, pero eso es otra cosa.
    Esta visión de complementariedad creo que pone en cuestión la teología del matrimonio como sacramento, porque tiene que ser signo de algo y ese algo es el amor de Dios, tanto el intratrinitario como el amor hacia nosotros, que no es nunca de complementariedad. Esa es una de las afirmaciones de la teología cristiana, en contra de otras teologías y filosofías que vienen a decir que a Dios le falta algo y por eso nos crea. La teología cristana desde el principio dice que a Dios no le falta nada; es una creación gratuita, es puro amor. Esto es fundamental entenderlo. Eso no significa que, en lo concreto, uno tenga un don y otro tenga otro y que se complementen, pero eso es otro nivel, no es lo fundamental. Lo fundamental es que se reconozca un yo y un tú como distintos y al mismo tiempo capaces de unirse de una forma que va más allá de lo que podemos formular con palabras. Por tanto, lo esencial de ese amor sacramental, matrimonial cristiano, de pareja, como quieras llamarlo, es esa capacidad de reconocer en el otro a un tú irreductible y de tratarlo con respeto, para ser libertad humana, con que se tratan Padre, Hijo y Espíritu Santo. Lo que es sacramental en las relaciones, sean de pareja sean de comunidad – nuestra comunidad, como cualquier comunidad cristiana también es en sí sacramento de ese amor- lo que las constituye como sacramento es esa dinámica del dar y el recibir: si tú tienes algo para dar, pues das y si no tienes, no pasa nada. Si se establece esa dinámica, tienes un entorno de compartir.
    Esto se contrapone a lo que podríamos llamar teología o antropología capitalista, en la que lo bueno es tener; si tengo para dar, soy y si no tengo para dar, no soy. Por tanto los pobres, ya se sabe que se quedan a la cola de todo. Es esa dinámica la que hace decir a Teresa “¿Qué queréis, Señor, de mí? (…) sea viña fecunda o estéril…” Si tienes algo para dar, das; si no, pides. Eso es lo que pasa en la trinidad, porque el Padre lo da todo y el Hijo lo recibe, y no está acomplejado. Lo dice claramente en Juan, 10: “Yo todo lo he recibido del Padre”. Pues vaya niñato, ¿no? Al menos que diga que tiene algo suyo. Y te miraría diciendo “Pues claro que no tengo mío, pero me lo da el Padre y yo lo acepto y en ese acto de aceptación me constituyo como sujeto en la relación”.
    Ahí hay mucho contenido, porque lo femenino normalmente se postula como receptivo y lo receptivo se subordina a lo activo, cuando lo receptivo puede ser más activo a veces porque supone la capacidad tal vez más profunda de activarse como sujeto receptor. Porque dar puede ser un acto externo a la persona. Dios es amor, estamos hechos para el amor y en cualquier situación que nos encontremos podemos amar, porque el amor no se va a adulterar. Recibir es compartir. Podemos dar porque estamos hechos a imagen de Dios y Dios es Padre (padre-madre, no es el nombre); podemos recibir porque estamos hechos a imagen de Dios y Dios es Hijo; podemos compartir porque estamos hechos a imagen de Dios y Dios es Espíritu. Entonces, en cualquier stuación en la que estés es posible cumplir la voluntad de Dios -que es amar- y en alguna de esas tres modalidades siempre lo puedes hacer.
    Por eso digo que la teología de la liberación, o la feminista, no es un subapartado: o toda la teología es liberación, o no es teología. O es feminista, entendiendo feminista como hemos dicho: una identidad, para hombres y mujeres, a imagen de Dios, sin quedar coartada por ningún estereotipo, o toda la teología es feminista, o no es teología. Puesto que el patriarcado es violencia, ¿la telogía feminista es en algún sentido teología pacifista?
    Yo creo que sí, por la falta de violencia intrínseca. Eso me remite a lo que Lacan y otros dicen: que el patriarcado tiene no sólo una violencia explícita, sino que tiene una implícita, que es encasquillar a la gente en unos roles que son externos. Y eso no puede ser, no queremos imaginar la posibilidad de crecimiento, de educación, de sociedad en la que los roles no permitan que cada cual se determine desde su interioridad. Dios nos deja hacer, aunque a veces nos determinemos de formas que Dios debe decir ¡qué desastre! Pero de ahí aprendemos la paciencia del amor, que acompaña sin suplantar, porque si suplantas, dónde queda el otro. En ese sentido profundo, dejar espacio.
    Hay una palabra muy bonita, técnica, que se usa en teología para referirse al amor trinitario, descrito como relaciones pericoréticas. Coreo es “espacio” y peri, “alrededor”; pericoreo significa “alrededor de”. Coreo es danza; coreografía, por ejemplo. Pericorético es, pues, un amor que no invade, te deja sitio, es el amor que dice “yo te amo en tanto te hago espacio para que tú seas. No te ato. Soy feliz si tú eres feliz, no si estás ahí mirándome, en función mía”. Eso no significa distancia ni contradice el amor erótico y ahí está el Cantar de los cantares. En el mismo fuego, la misma unión amorosa es amor pericorético. Es esa capacidad de respirar, de dejar espacio, de no anular al otro. Es fascinante que Dios nos enseñe amar así.
    ¿Cuál es la respuesta de la academia a sus propuestas?
    Hay dos niveles. Uno serían las facultades de teología, que en España, donde predomina la teología católica, son eclesiásticas y no pertenecen a la universidad civil. Aquí hay una dificultad clarísima -un recelo- y tendría que usar un término más fuerte: hay un espanto. Es una especie de reacción alérgica, un rechazo visceral, un miedo de estereotipos, de prejuicios arrastrados… En cambio -y por suerte- hay otros ámbitos, como la Asociación Europea de Mujeres en la Investigación Teológica, de la que ahora soy vicepresidenta, que en agosto hacemos el congreso este, que también es un ámbito de teología académica. No quiere decir que no tenga sus problemas, en el ámbito protestante y demás, pero da una posibilidad de diversificar lo que llamamos teología académica en el hecho de que haya facultades no controladas por el estamento eclesiástico, con lo que implica como ámbito de pensamiento libre, porque si no es libre no es pensamiento. Evidentemente, a mí, como teóloga católica y dentro de la Iglesia católica, no me resulta problemática mi responsabilidad de estar al día del magisterio, de tenerlo en cuenta.
    Creo que es fundamental entenderse en esta ‘casa común’, que tiene muchas habitaciones y tienes que dar espacio a cada cual
    ¿Qué significa para mí que haya magisterio, cómo entiendo yo la función magisterial? La entiendo como función de unidad. Todo lo que hemos hablado del amor, del sacramento y de la plenitud cobra sentido en el seno de un todo, que no es uniforme, que es extraordinariamente diverso, pero que no se fragmenta en guetos. Creo que es fundamental entenderse en esa casa común, que tiene muchas habitaciones y tienes que dar espacio a cada cual. Yo ya no puedo pensar mi vida dejando de lado a las otras personas que no piensan como yo y eso es para mí la actualización del magisterio de unidad. De mi comunidad me gusta que pensamos todas diferente, lo que resulta problemático cuando tenemos reuniones, pero es esencial porque, si no, seríamos un grupo de amigas o un grupo que se ha autoseleccionado por tendencia ideológica; aquí hay gente de derechas, de izquierdas, feministas, no feministas, etc., pero vivir juntas en serio es un reto. En ese sentido, creo que cuando cada cual va por su lado nos perdemos algo. A mí me parece importante que exista el magisterio como función de consenso, como función de unidad, donde las afirmaciones que se hacen sobre el sentido de la vida sean afirmaciones que no salgan del magín peculiar y particular de un señor inspirado o una señora, sino que recojan todo un diálogo con Dios de siglos y yo a eso le tengo mucho respeto.
    Dice que “si la mayoría lo quisiéramos de verdad, la jerarquía sería diferente”.
    Me refiero a esta postura de “cuando el obispo quiera”. Oiga, no; si usted espera a que el obispo quiera para dar el paso, ya le digo yo que no va a dar ni uno, porque las cosas no van de arriba abajo, Claro que algunas van así, pero esas no son las que nos interesan; las que nos interesan no han ido nunca de arriba abajo, no ha habido ninguna revolución de arriba abajo, son todas de abajo arriba. El cristianismo va de abajo arriba y empieza donde empieza y Jesús se encarna como se encarna. No se encarna emperador, que hubiera sido más fácil: se encarna emperador y decide cómo tiene que ir todo. Pero se encarnó en el pueblucho ese, en la punta esa colonizada: un desastre a ojos humanos, pero ese es el reto a nuestra manera de pensar. En fin, que no estoy yo para quejarme de qué obispos tenemos, sino para ver cómo vivimos nuestro cristianismo de tal manera que todo tenga que cambiar necesariamente, pero para eso tenemos que estar todos en la onda.
    En algún sitio he leído, con perplejidad, que en algún momento de su vida había querido ser cura.
    Pues yo nunca he dicho eso, pero sé que alguien lo puso en mi boca en algún momento.
    Lo borro
    Sí, sí. Sí, sí.
    ¿Por qué las religiones, que tienen un mensaje de liberación, resultan tan patriarcales, incluso más que la sociedad?
    Tengo interés en ir estudiando más esto y no digo que no sea así, pero no me gustaría aceptarlo de entrada sin haber profundizado más. Yo tengo que oponer ahí mi propia experiencia. He encontrado unos espacios en lo que podemos llamar el ámbito religioso mucho más liberadores o al menos patriarcales en su día a día que en otros espacios, como por ejemplo la universidad y el hospital, donde las relaciones laborales son un desastre. Ahí las vacas sagradas son las vacas sagradas que, por supuesto, siempre son toros y el “niña” y las bromitas están al orden del día y lo que significa tener que aprender a hacer, dónde se toman las decisiones, por qué hay más estudiantes de medicina que “estudiantos” pero el porcentaje de catedráticas es un ridículo 1%. Que el discurso de la Iglesia está, digamos demodé, que a veces sale con unas cosas que mira tú y que el discurso de la sociedad parece súper, pero que a la hora de la verdad quienes se operan son las mujeres, quienes sufren por no dar la imagen como objeto de deseo son las mujeres, etc., pues no sé si menos que otras generaciones. Me interesa este estudio crítico de nuestra sociedad contemporánea como sociedad más liberada para la mujer, que en algunas cosas es obvio, pero en otras tal vez no tanto. No digo esto para hacer apologética, que es algo que a mí no me interesa, sino para intentar ver dónde está el problema.
    Por ejemplo, este monasterio tiene desde el siglo XIII una tradición ininterrumpida de mujeres viviendo solas, con un archivo que deja constancia de ello. El feminismo en general se queja de que se rompe la tradición, que tenemos que reinventar la rueda cada vez; bueno, pues hay ciertos ámbitos, no solo en la Iglesia católica, también, por ejemplo, en el budismo, donde ha sido posible crear estas tradiciones, claro que con dificultades y límites, pero en la sociedad secular esto en la historia no tiene un paralelo claro. Hoy en día el lenguaje no parece que salga del siglo pasado y no es muy apropiado, pero la realidad del respeto con el que te puedes sentir tratada en ciertos ámbitos, desde luego yo con estos monjes de aquí [Monserrat], mejor que con los compañeros de la universidad.
    Los monasterios tienen una historia como espacios de libertad (¿qué habría sido de sor Juana Inés o de Teresa de Ávila fuera de un monasterio?), pero la realidad de los cristianos comunes no es esa.
    Sé bien que hay parroquias en las que el párroco hace y deshace, pero la gente que no le gusta, se va. Tengo que decir que mi experiencia de comunidad parroquial también ha sido mejor que los ambientes laborales que antes decía.
    A mi esto me vale para plantear bien el problema y no quedarme en lo que es más visible. Intento no asociar Iglesia con jerarquía; no prescindo ni miro para otro lado, está ahí, pero eso no es para mí lo más importante de la Iglesia. Cuando, por ejemplo, miro grupos de base, no sólo en la Iglesia católica, veo que la gente que profundiza en su relación con Dios crece como persona y se ayudan mutuamente. Y suerte hemos tenido de que existan grupos como los cuáqueros, tan importantes, con Margaret Fell, que me dejaron muy fascinada cuando los conocí, cómo ya en el siglo XVII y con continuidad hasta hoy siguen con ese modelo no jerárquico, con una igualdad de género que casi dan ganas de hacerse cuáquera.
    Me llama la atención que cuando le preguntan dónde nació, una mujer de mirada tan amplia, respondes con el barrio. Sí, sí, así es: nací en Gracia (Barcelona). Como me dijo una vez un amigo mío, también teólogo, nací en el barrio de Gracia, en la calle Libertad, que es exactamente mi tesis doctoral: solamente en el “barrio” de la gracia se puede vivir la libertad personal máxima.
    Parece que este año no ha habido gripe A. ¿En qué ha quedado todo aquel barullo?
    La supuesta vacuna de la gripe A se ha incorporado a la vacuna de la gripe estacional, pero lo que está claro es que esa pandemia terrible, asociada al miedo, no se aguantaba sobre ninguna base. Hubo muchos médicos y médicas que no lo siguieron, que yo creo que es lo que tenemos que hacer, tener siempre sentido crítico, con lo que regresamos al inicio de la entrevista: la experiencia de contradicción que no tiene por qué darnos miedo. Vivir es luchar, no en el sentido de violencia, sino no entender la vida diciendo “¿cómo es que no me sale todo bien?”. ¿A qué te crees que has venido?
    Una historia budista –contada en versión rápida- habla de un maestro que a quienes venían a consultarle, les decía “Mire, no me cuente su problema, porque usted viene a contarme un problema y yo quizá le pueda ayudar, pero luego le vendrá otro, porque todo el mundo tiene que tener 83 problemas, y yo con esos no tengo nada que hacer; yo sólo puedo hacer algo con el 84”. “¿Y cuál es ese?”, pregunta su interlocutor. “El problema 84 es que nos creemos que no tenemos que tener problemas”. Esta es la experiencia de contradicción, que creo que también es una manera contemporánea de expresar la humildad: pensar que es normal que tengas problemas, de modo que, cuando te viene uno, en lugar de poner el grito en el cielo, empieces a ver cómo se soluciona, sin quedarte en el lamento de ¡cielos, tengo un problema!

    viernes, 2 de septiembre de 2011

    La pastora Lynn Brady sale del armario y coloca de nuevo a la iglesia de Escocia frente a la realidad del clero homosexual.




    Es bueno el debate… abre puertas y esperanzas…
    La salida del armario de Lynn Brady ante sus feligreses -anunciando además su deseo de formalizar su unión con su pareja- vuelve a poner sobre la mesa el controvertido tema del clero homosexual con pareja estable en el seno de la iglesia de Escocia, la confesión religiosa más importante del país.
    Hace varias semanas informábamos de la decisión de la asamblea general de la iglesia de Escocia, una iglesia presbiteriana en la que las decisiones se adoptan de forma democrática, a favor de la ordenación de pastores abiertamente homosexuales, pese a las amenazas de cisma de su sector más conservador. La asamblea aprobaba, en concreto, poner fin a la moratoria que se había impuesto a sí misma después de que en 2009 Scott Rennie (abiertamente gay y que mantiene una relación estable) fuera ordenado pastor. La decisión, sin embargo, no era de aplicación automática: una comisión teológica debe implementar el acuerdo y elaborar recomendaciones concretas que serán confirmadas en la próxima asamblea, que tendrá lugar en 2013. Se permitirá además a los clérigos homosexuales ser sexualmente activos, siempre y cuando cuenten con pareja estable, así como aceptar que contraigan unión civil.
    La revelación de Brady, de 47 años, pone ahora sobre la mesa la problemática que supone dicha tardanza. Mientras tanto, la parroquia de Newburgh, el pueblo escocés en el que Brady ha sido hasta ahora una pastora muy popular, permanece dividida entre los que consideran que su sexualidad no tiene mayor relevancia y los que piensan que “ha ido demasiado lejos“. Uno de los dirigentes laicos de la parroquía ha presentado, de hecho, su dimisión, y otros estarían valorando qué actitud tomar.
    La iglesia de Escocia no es la única iglesia presbiteriana que ha decidido abrir a gays y lesbianas que vivan en pareja el sacerdocio. También la iglesia presbiteriana de Estados Unidos (una de las confesiones cristianas más importantes del país) ha aprobado una medida similar.