La iglesia episcopaliana (rama estadounidense de la confesión anglicana) sigue dando muestras de su política inclusiva hacia las personas LGTB. William W. Rich, un reverendo abiertamente gay y casado, ha sido incluido en la terna de candidatos a suceder como obispo de New Hampshire a Gene Robinson, el que ya fuera en su momento primer obispo gay de dicha iglesia, y que hace ahora año y medio adelantaba su retirada en enero de 2013. La decisión definitiva la tomarán el próximo 19 de mayo unos 200 delegados, tanto religiosos como seglares, que votarán en secreto.
Pase lo que pase el 19 de mayo, la elección de Rich como candidato supone en sí mismo todo un gesto de afirmación en un momento en que la comunión anglicana se enfrenta a una profunda división debido, entre otras razones, a sus disensiones sobre cómo abordar la integración de las personas LGTB. La iglesia episcopaliana es la que ha dado pasos más sólidos en ese sentido, al romper con la moratoria autoimpuesta por los comunión anglicana y ordenar obispos y obispas abiertamente homosexuales, así como bendecir a las parejas del mismo sexo. En el otro extremo se sitúan las iglesias anglicanas africanas, algunas de ellas virulentamente homófobas.
En medio, y tratando de mantener un equilibrio cada vez más precario, la iglesia de Inglaterra con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, a la cabeza (arzobispo de Canterbury ejerce además el liderazgo espiritual de toda la comunión anglicana, pese a que las iglesias que la forman se organicen de forma independiente). Equilibrio que en las últimas semanas se ha visto sacudido por las intenciones del Gobierno de Escocia y del propio Gobierno británico de aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que está obligando a los anglicanos británicos a posicionarse. Williams, en su momento considerado un “progresista”, se ha manifestado en contra, argumentando que las leyes no deben ser utilizadas para promover “cambios culturales”.
No se trata, ni mucho menos, de la primera vez que el arzobispo de Canterbury hace funambulismo con los derechos LGTB. En septiembre de 2010 Williams expresó su acuerdo con el hecho de que clérigos abiertamente homosexuales fueran nombrados obispos siempre y cuando se mantuvieran célibes, una obligación que no existe para los obispos anglicanos heterosexuales. Más claramente hostil es la posición que la iglesia de Inglaterra mantiene contra la posibilidad de que las parejas del mismo sexo puedan contraer una unión civil en una iglesia o templo religioso, algo que la legislación británica permite desde el pasado diciembre.
Pero no todos los anglicanos británicos comparten esta opinión. En Escocia, el reverendo David Chillingworth, cabeza de la iglesia episcopaliana escocesa (con pocos seguidores, pero de indudable importancia simbólica) se ha manifestado a favor de que se discuta el tema. Y el arzobispo de Gales, Barry Morgan, máxima autoridad de la iglesia de Gales, se ha mostrado partidario de aceptar con naturalidad la aprobación del matrimonio civil entre personas del mismo sexo. La iglesia de Gales, formalmente independiente de la iglesia de Inglaterra desde 1920, constituye la principal confesión religiosa de Gales.
Rowan Williams ha anunciado por cierto su retirada en unos meses, lo que abre un nuevo pulso de poder en el seno de los anglicanos que puede romper, definitivamente, el delicado equilibrio entre conservadores y progresistas que el arzobispo de Canterbury ha mantenido a duras penas. Y desde luego no es buena señal que de la Comisión de 16 personas que debe proponer a la Reina de Inglaterra el nombre de su sucesor forme parte Glynn Harrison, un psiquiatra que ha defendido que en ciertas circunstancias es posible cambiar la orientación sexual…
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