Los datos son escalofriantes: 8 mujeres asesinadas en Enero, 5 en febrero, 3 en Marzo, 3 en Abril, 5 en Mayo y 2 en los dos días que llevamos de Junio. Ya sé que nuestra indignación sobrepasa nuestra capacidad de actuar, pero yo sigo preguntándome si es suficiente con nuestra personal indignación o si tendríamos que hacer algo más.
Parecen tópicos el hablar de discriminación de la mujer, de falta de oportunidades, de mala educación dada a las mujeres, de lenguaje sexista, de conductas sexistas y machistas, de adjudicación de roles diferentes a mujeres y a hombres, de sumisión y miedo al compañero, de ocultación de los malos tratos por vergüenza, de la culpabilidad de la mujer, de la falta de denuncias, de falta de apoyo institucional o judicial, como ha sido el penúltimo caso en el que la mujer había denunciado a su marido la noche antes, etc. etc. Pues no, no son tópicos, siguen siendo realidades cotidianas, unas veces más manifiestas y otras más camufladas, pero algo muy serio le está ocurriendo a nuestra sociedad que, a pesar de todas las normas, leyes, publicidad y medidas para que no haya una mujer muerta más, no dan resultado.
Una vez asesinada la mujer, los vecinos/as, los y las allegadas suelen decir, ¡qué raro, si era un hombre normal!
Por tanto habría que afrontar este aspecto de aparente normalidad con más ahínco y más empeño. Por un lado, educación severa a los adolescentes sobre ese posible asesino que llevan dentro, y educación a las niñas, para sepan detectar cuándo un hombre no las quiere, las utiliza o las maltrata.
Por otro lado, habría que dedicar más tiempo de forma explícita, al tema del machismo en los medios de comunicación.
Cada día tiene su tema, abras el medio de comunicación que abras, radio, televisión, prensa. Cuando toca Straus Khan, todo es morbo en torno a los detalles de la agresión, pero no al repugnante machismo de este individuo, cuando toca debacle del PSOE, es lo único que escuchas y lees, si se trata de los pepinos, no se habla de otra cosa. Y resulta que llevamos tres días seguidos con tres mujeres asesinadas, y sale en las noticias, como una más. ¡Es intolerable!
Yo he tenido que “sufrir”, y a mucha honra, las risitas o la ironía de algunos y (lo más triste) de algunas, por mi persistencia en defender la causa de la mujer en todos los matices y ámbitos del problema. Muchas personas, y muchos hombres, nos recriminan porque, según ellos, las mujeres ya somos iguales, que qué más queremos, que los asesinos son una minoría que por distintas razones personales llegan a ese límite, etc. etc. es decir, condenan el asesinato y al asesino, pero como que lo “comprenden”, porque, dicen, son “casos aislados”, pasemos a otra cosa.
Yo no quiero ni imaginar lo que ocurriría en nuestro país si en cinco meses hubiese habido 27 joyeros asesinados, 27 empresarios, o 27 niños; seguro que estarían las televisiones, y con toda la razón del mundo, reventando de comentaristas y de programas ante tanta barbarie. ¿Por qué esto no ocurre cuando son 27 las mujeres las asesinadas?
Y, esto, sin contar los millones de mujeres maltratadas diariamente en el silencio de su hogar, y esto sin contar los millones de mujeres vendidas, explotadas, abusadas, humilladas, prostituidas por sus propios hombres, marginadas, sometidas a obediencia ciega al hombre, etc. etc., que hay en el mundo.
Realmente, la especie humana, tienen una lacra de origen, que no acaba de superar: la desigualdad de hombres y de mujeres en perjuicio de las mujeres, con las nefastas consecuencias que ello tiene para la mujer, sus hijos e hijas, sus familias, y para la sociedad entera.
Si diariamente corren ríos de tinta sobre temas importantes, menos importantes, superfluos y hasta estúpidos, no nos vendrá mal recordar que hay un tema central que afecta, como digo, a la especie, que las víctimas son de la misma especie, la humana, y que, no por sabido, debemos guardarlo en el cajón de la indiferencia. ¡BASTA YA DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES!
Ana Rodrigo
No hay comentarios:
Publicar un comentario