Mientras en España los representantes de la jerarquía católica compiten por lanzar el exabrupto homófobo más salvaje, otras iglesias cristianas avanzan hacia posiciones inclusivas. El arzobispo de Gales, máxima autoridad de la iglesia de Gales, se ha mostrado partidario de aceptar con naturalidad la aprobación del matrimonio civil entre personas del mismo sexo, un proceso ya iniciado en Reino Unido. La iglesia de Gales, formalmente independiente de la iglesia de Inglaterra desde 1920, pertenece a la comunión anglicana, y constituye la principal confesión religiosa de Gales.
Según Barry Morgan, arzobispo de Gales, la iglesia debe aceptar de buen grado la aprobación del matrimonio civil entre personas del mismo sexo y no dar la impresión de que no se preocupa o de que no es sensible a los sentimientos de las personas homosexuales. “Si el mensaje moral del Evangelio es que amemos a los demás, cómo es posible que hagamos a estas personas sentirse no amadas, no queridas, pecaminosas? ¿Dónde queda la Buena Nueva del Evangelio para los homosexuales?”, se pregunta. “Todas las relaciones que implican un compromiso para toda vida merecen el mismo apoyo pastoral de la iglesia”, añade. “La cuestión aquí es: ¿dará la iglesia protección pastoral a las relaciones que implican un compromiso para toda la vida, estables y llenas de fe, sean de tipo que sean, con el fin de estimular valores como el amor y la fidelidad, y reconocer la necesidad de aquellos que son cristianos de contar con el apoyo de la religión?“, vuelve a preguntarse.
El rotundo posicionamiento del arzobispo de Gales supone un importante espaldarazo a las intenciones del Gobierno británico de aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Un objetivo que ha merecido críticas sobre todo desde la iglesia católica, pero también desde la iglesia de Inglaterra. El arzobispo de Canterbury, cabeza de la iglesia de Inglaterra y líder espiritual de la comunión anglicana, considerado tradicionalmente un aperturista, ha mostrado también su oposición (en términos, eso sí, más respetuosos que la iglesia católica) quizá movido por las serias amenazas de cisma que la apertura hacia las personas LGTB han supuesto en el seno de la comunión anglicana.
La iglesia episcopaliana, rama estadounidense de los anglicanos, es la que ha dado pasos más sólidos en ese sentido, al romper con la moratoria autoimpuesta por la comunión anglicana y ordenar obispos y obispas abiertamente homosexuales, así como bendecir a las parejas del mismo sexo. En el otro extremo se sitúan las iglesias anglicanas africanas, algunas de ellas virulentamente homófobas. Mientras tanto, Williams siempre ha intentado mantener un casi imposible equilibrio sobre el tema. En septiembre de 2010, por ejemplo, expresó su acuerdo con el hecho de que clérigos abiertamente homosexuales fueran nombrados obispos… siempre y cuando se mantuvieran célibes (una obligación que no existe para los obispos anglicanos heterosexuales).
Williams, por cierto, ha anunciado ya su retirada en unos meses, lo que abre un nuevo pulso de poder en el seno de los anglicanos que puede romper, definitivamente, el delicado equilibrio entre conservadores y progresistas que el actual arzobispo de Canterbury ha mantenido a duras penas.
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