viernes, 9 de diciembre de 2016

La “Sola fe” y la salvación gay, por Carlos Osma


De su blog Homoprotestantes:
El heterocentrismo cristiano, y más concretamente el evangélico, intenta apoderarse de las “Cinco Solas” erigiéndose en su único merecedor y administrador. Para ello ha creado una ideología que convierte la Sola Escrituraen una ley que persigue y condena las identidades o afectividades no normativas. La Sola Gracia la reserva para quienes antes han “circuncidado” sus deseos y sienten o actúan como heterosexuales. Cuando dice Solo Cristo, adora a un ídolo construido a su imagen y semejanza, olvidando el mensaje y la vida de Jesús de Nazaret que se situó siempre al lado de los “otros”, de los desheredados y de quienes sufrían marginación. La afirmación Solo a Dios la Gloria la complementa con la aclaración de que nuestros cuerpos y deseos disidentes jamás podrán glorificar al Creador. Sin embargo, es el principio de la Sola Fe el que con más claridad se resiste a su apropiación y a su intento de manipulación.
La ideología heteropatriarcal puede habernos hecho creer en algún momento que la Biblia nos condena, que la Gracia divina no nos puede salvar, que Cristo no murió por nosotros, o que no estamos trabajando por la Gloria de Dios sino por la nuestra. Pero jamás ha logrado destruir la fe que Dios, no sabemos bien por qué, ha querido darnos. No voy aquí a hacer un elogio de la fe de los cristianos LGTBI porque cualquier fe que es fiel a la realidad pasa por infinidad de estados, incluso el de la ausencia en ciertos momentos de la vida. No es fácil creer en Dios siempre, tampoco ser coherente en todo momento con la fe que decimos tener, los seres humanos somos contradictorios y vulnerables. Sin embargo pienso que la fe de la mayoría de personas LGTBI es un milagro divino que ha tenido que soportar infinidad de pruebas que podrían haberla hecho desaparecer. Sólo la misericordia de Dios ha permitido que la hayamos conservado a pesar de que quienes dicen construir su Reino se hayan comportado como Caín con nosotros.
Cuando digo tener fe no me refiero a creer ciertas normas, las enseñanzas eclesiales más o menos aceptadas por la mayoría, o las lecturas e interpretaciones bíblicas más influyentes. El principio de la “Sola fide” se refiere a que sólo es a través de la fe que Dios nos salva. Y podemos ratificar que este principio de la Reforma se ha hecho real en nuestra experiencia, puesto que ha sido la fe la que nos ha permitido superar muchas de las limitaciones con las que se suponía teníamos que vivir, la que nos ha empujado a deshacernos y denunciar las imposiciones e injusticias que pretendían hacernos vivir de rodillas. Ella ha sido el motor que ha cambiado nuestro mundo, y la que nos ha empujado a intentar transformarlo con los valores del evangelio, de la vida. Y para todo esto ha hecho falta fe, no sé si mucha o poca, pero evidentemente una fe que procede de Dios, porque la realidad heteronormativa que tan ferozmente lucha en contra nuestra es enemiga del amor y del evangelio. Solo la fe tiene la capacidad de salvarnos, de permitirnos creer que la resurrección de quienes hemos sido invisibilizados, borrados y lanzados al infierno, es posible. Y son ahora nuestros cuerpos resucitados los que anuncian que hay mucha vida por delante para compartirla con los seres que amamos. Ese es el principio de la “Sola fide”, el que nos transforma y nos hace creer, crear y vislumbrar a nuestro alrededor, que el amor y la justicia divina finalmente se están haciendo presentes.
Decía Lutero que “esta es la libertad cristiana: la fe sola”, quizás por eso las cristianas y los cristianos LGTBI mostramos a veces una libertad que desestabiliza a quienes están aferrados a la ley. Probablemente algunos de nosotros no podemos formar parte de una comunidad cristiana, es posible que tampoco sepamos justificar ciertos versículos bíblicos, puede ser que dudemos de la Gracia divina hacia nosotros, o incluso sintamos a veces que no estamos a la altura para dar la gloria a Dios; Sin embargo hemos recibido gratuitamente una fe que nos ha convertido en seres humanos libres, y muchas veces sólo la tenemos a ella para decirnos que vale la pena seguir, que Dios está con nosotros, que la Palabra de Dios es Jesús de Nazaret, y que gracias a él la Gracia divina ha sido derramada sobre todo ser humano creado desde un principio a su imagen y para su Gloria. No es quienes somos, o lo que hacemos, o lo que sentimos… sino Dios y su amor hacia nosotros. Nadie es digno, nadie lo merece, no importa la orientación sexual de la persona o su identidad de género. Sólo Dios es digno, y es ese Dios el que ha puesto en nosotros una fe que a veces parece estar tan sola en medio de una realidad eclesial y social que nos estigmatiza. Sólo la fe, eso es lo que tenemos, pero no es poco.
En su Carta a los Gálatas Pablo exhorta a los cristianos a mantenerse firmes en la libertad con la que Dios les ha hecho libres y a no volver a estar sujetos al yugo de la esclavitud1. Las cristianas y cristianos LGTBI sabemos muy bien lo que significa el yugo heteropatriarcal que pretende esclavizarnos, y el sufrimiento que es capaz de infringirnos. Por eso estas palabras paulinas se hacen Palabra de Dios en medio de nuestra realidad para instarnos a mantenernos libres, lejos de cualquier legalismo aunque este se justifique en nombre de Dios. Quienes se entregan a las exigencias heteronormativas en aras de ser fieles al cristianismo, se alejan en realidad del maestro y de la Gracia. Porque en el seguimiento de Jesús la heterosexualidad no tiene ningún valor, sólo la fe que obra por el amor. Y es que sólo el amor es la manifestación real y tangible de la fe que hemos recibido inmerecidamente, el amor que compartimos con nuestras parejas, nuestras hijas, con quienes tenemos alrededor. Renunciar al amor, dejar de vivir por la fe, puede traernos el visto bueno de quienes se han erigido en defensores de la ley divina, pero eso nos aleja de Dios.
Sólo la fe salva, nada ni nadie más, no hay intermediarios ni leyes que puedan sustituir la acción amorosa de Dios por nosotros. Es mejor no caer en la servidumbre de “los buenos cristianos” que ponen cadenas a la fe de Cristo, sino dejarse llevar por el evangelio que nos dice: “Mis ovejas escuchan mi voz, no escuchan las voces de los extraños2”. De esta forma viviremos libres en la fe que Dios, por su infinito amor, ha infundido en nosotros sin merecerlo.
Carlos Osma
Notas:

1Gal 5
2Jn 10, 27

domingo, 13 de noviembre de 2016

La intersexualidad, una gran desconocida


Bernardita Ponce Mora publicado en diario el tribuno de Salta.

 Todo el mundo conoce hoy personas gays, lesbianas o transexuales, al menos por la televisión. Probablemente también todo el mundo conoce algún intersexual, aunque no lo sepa. Cada vez más la 'I' acompaña a las siglas 'LGTB', con el ánimo de hacer visible esta realidad.
Diana García Bujarrabal publicó en el diario español Qué.es un artículo que intenta desvelar este tema, que ha estado tapado en la sociedad durante siglos. "Técnicamente la intersexualidad hace referencia a las personas que nacen con rasgos biológicos tanto masculinos como femeninos. Tiene una base física en la que rasgos de uno y otro sexo aparecen mezclados", explica.
Lola Martín, sexóloga y especialista en intersexualidad, señala -en el artículo- que en los intersexuales no hay correspondencia entre sexo cromosómico, las gónadas y los genitales, de forma que una persona cromosómicamente hombre puede tener el aspecto de una mujer, educarse como tal y sentirse incluso la más femenina de entre sus amigas.
"Hermafroditismo es solo una de las múltiples formas de ser intersexual y, de hecho, una de las menos frecuentes"
Pero hay muchos casos, cada uno con manifestaciones diferentes, algunos perfectamente normalizados y sin problemas de aceptación social; otros, obligados a hormonarse de por vida; otros, con dramáticos traumas identitarios e incluso intervenciones quirúrgicas irreversibles al nacer que les provocan graves problemas.
"Hay muchísima variedad", sostiene Martín. "Por ejemplo, puede ser una mujer con cromosomas XX y ovarios, pero genitales ambiguos", cuenta. Por ejemplo, un clítoris gigante que parece un pene.
Antiguamente para describir a estas personas se utilizaba el término 'hermafroditas'. Sin embargo, esta es solo una de las múltiples formas de ser intersexual y "de hecho, una de las menos frecuentes". Según precisa Martín, el hermafrodita es quien presenta dualidad en las gónadas, "tanto parte ovárica como testicular".
Faltan estudios que certifiquen la extensión de la intersexualidad a nivel internacional. No obstante, los realizados hasta ahora apuntan a que es más frecuente de lo que se cree. Suele citarse como uno de los trabajos más serios el de la bióloga molecular Anne Fausto-Sterling, profesora de la Universidad de Brown, quien cifra en más del 1% las personas que presentan alguna variación respecto a lo considerado como totalmente masculino y totalmente femenino. Con este dato no es de extrañar que los expertos en el tema reclamen mayor formación. Según Martín, esta es una realidad muy desconocida incluso en el ámbito médico y sanitario.

FALTA DE CONOCIMIENTO

El desconocimiento y la ignorancia pueden llevar a prácticas deleznables. Martín narra el caso de una mujer con hiperplasia a la que, con tres años, le cortaron el clítoris para feminizarla. Se lo recomendó el médico a su madre. Y ahora no puede sentir placer. "Por intentar que el intersexual sea macho o hembra, lo que hacen es castrarlo", explica Martín.
"La ignorancia de esta variación orgánica puede llevar a prácticas deleznables como son las mutilaciones"
Una de las luchas del movimiento intersex a nivel internacional es erradicar este tipo de intervenciones (mutilaciones, en realidad), que además de impedir a las personas gozar de relaciones sexuales completas pueden tener otro tipo de consecuencias desastrosas en su desarrollo. "Se recomienda que no haya intervenciones hasta que la persona no sea mayor y pueda decidir".
La Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual de la ARGENTINAplantea sobre el tema: "La intersexualidad no constituye una enfermedad, sino una expresión más de la diversidad corporal humana. Las personas intersex pueden tener cualquier IDENTIDAD DE GÉNERO, cualquier orientación sexual y cualquier expresión de género".

GÉNEROS Y SEXUALIDADES: LAS COSAS POR SU NOMBRE

La Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual ha elaborado una guía junto con organizaciones de lucha por los derechos de lesbianas, gays, travestis, transexuales, transgénero, bisexuales, intersex y queer (LGTTTBIQ), profesionales de los servicios de comunicación audiovisual y especialistas en temáticas de géneros y sexualidades. Dentro de ella plantea un glosario que se presenta a continuación.
  • Intersex
El término refiere a aquellas personas cuyas características sexuales varían respecto del promedio femenino o masculino (incluyendo sus cromosomas, gónadas, genitales y otros rasgos corporales).
  • Bisexual
Persona que siente atracción emocional, sexual o afectiva por personas de su mismo género o de diferente género, y/o que mantiene relaciones afectivas y/o sexuales con ellas.
  • Gay
Varón que siente atracción sexual, emocional o afectiva por otros varones y que tiende a elegir a estas personas como pareja afectiva y/o sexual. Algunos varones que sienten atracción sexual y/o afectiva por otros varones se identifican como varón homosexual.
  • Lesbiana
Si bien la definición más común es aquella que identifica a las mujeres que sienten atracción sexual, emocional o afectiva por otras mujeres, muchas lesbianas no se identifican como mujeres y asumen el lesbianismo como identidad personal y política.
  • Transexual
Persona que se identifica en el sexo opuesto al que se le asignó al nacer y quien, por lo general, aspira a modificar algunas de sus características sexuales a través de tratamientos hormonales y procedimientos quirúrgicos.
  • Travesti
Persona que siente una discrepancia entre su género y el sexo que le fue asignado al nacer, el masculino. Es de uso específico en el Cono Sur.
  • Queer
Originalmente usado en contextos anglosajones para denominar peyorativamente a las personas homosexuales, fue asumido durante la década del 20 y 30 por grupos gays para autodenominarse y visibilizar su orientación sexual y, más tarde, apropiado en Latinoamérica. Además, es utilizado por muchas personas que no sienten una coherencia entre su sexo y el género que asumen socialmente y tampoco se identifican con un determinado género, ni se orientan sexualmente de forma continua, sostenida o exclusiva, hacia un género socialmente considerado "opuesto".
  • Cis
El término se utiliza para designar a aquellas personas que se identifican en el sexo que se les dio al nacer. Funciona como una referencia que permite visibilizar y desmantelar laDISTINCIÓN jerárquica entre varones y mujeres -a secas- y varones y mujeres trans.
  • Sexo
Conjunto de características sexuales (hormonales, cromosómicas, fisiológicas o anatómicas, entre otras) en función de las cuales se asigna una categoría de género -por lo general, varón o mujer-. El género en que cada persona se identifica no depende necesariamente de su sexo.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Ideología o perspectiva de género


Desde hace bastante tiempo se viene condenando sin paliativos la ideología de género, diciendo que “no es compatible con la doctrina cristiana sobre la persona humana y sobre el matrimonio y la familia. Es una imposición contraria la antropología sobre el matrimonio y la familia”.
No he oído, en cambio, hacer declaraciones claras y contundentes contra el machismo, en la Iglesia y en la sociedad, sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, contra el maltrato y la violencia machista, la discriminación de las mujeres, el odio contra ellas, la necesidad de una plena igualdad… que es lo que está en la base de la inequidad en las relaciones entre hombres y mujeres.
Para empezar habría que aclarar que el empleo del término “ideología” ya es un intento de desprestigiarla, pues no se utiliza con el significado de “las ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona o colectividad”, sino como una más de las formas (peores, dicen algunos) de pensar trasnochadas, que ya no tienen utilidad en nuestros días, pues ya estarían superadas en nuestra historia.
Lo que no se dice es que lo que miles de mujeres, feministas en su inmensa mayoría, aplican para superar la discriminación en la sociedad y en la Iglesia, es la perspectiva o categoría de género, que es un instrumento de análisis para denunciar desigualdades, cuestionando roles y papeles excluyentes de los derechos y la igualdad que les corresponden, hasta alcanzar la plena igualdad con los hombres.
El análisis que realiza la perspectiva de género es profundamente liberadora, porque aporta autoestima, respeto y dignidad a las mujeres, cuando son marginadas y tratadas como inferiores por una sociedad patriarcal, androcéntrica y machista. Los malos tratos, las injusticias, las diferencias salariales, el desprecio… y, en último término, el asesinato hacia ellas, es una clara y dramática demostración de ello.
Todo este entramado androcéntrico es una construcción histórica de relaciones sociales y de poder que, igual que se ha ido forjando a lo largo de miles de años, se puede derribar con un esfuerzo colectivo y con voluntad política, mediante actuaciones transversales, inclusivas, en una permanente búsqueda de equidad para recobrar la estima personal y social.
Los análisis de género que identifican, desenmascaran todas estas injusticias (sea en el ámbito que sea) y realizan propuestas transformadoras e inclusivas, no tienen ninguna incompatibilidad con el mensaje de Jesús, que es profundamente liberador de cualquier clase de opresión, discriminación o marginación. Y, en concreto contra las mujeres, a quienes unió a su grupo en un plano de igualdad, las sanó de sus dolencias y se dejó interpelar y cambiar en su relación personal con ellas. Hoy día Jesús, estoy seguro, estaría mucho más cercano a esta perspectiva y análisis de género, que a las críticas y descalificaciones que se realizan cada día con más intensidad y sin pudor.
Siguiendo el espíritu de Francisco, en lugar de desprestigiar y condenar (sin conocer en la mayoría de los casos de lo que se habla), se debería acoger, dialogar, confraternizar y comprender este instrumento de análisis feminista, tal como se está haciendo con los movimientos sociales, los homosexuales y transexuales, el diaconado femenino… Porque conocer y relacionarse, estando abiertos, intentando aprender del otro, es la base del aprecio y del posible cambio de perspectivas e ideas cerradas y excluyentes. Para dejarse interpelar y no seguir perdiendo a más mujeres de la comunidad eclesial.
Miguel Ángel Mesa

lunes, 17 de octubre de 2016

Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 2


3. La acogida de Jesús a “pecadores” más despreciados
Los evangelios destacan que lo que provocó más escándalo y hostilidad hacia Jesús fue su amistad con un colectivo bien reconocible de personas a las que se llamaba despectivamente “pecadores”. Nunca había ocurrido nada parecido en la historia de Israel. Ningún profeta se había acercado a ellos con la actitud de respeto, amistad y simpatía de Jesús. El término de “pecador” no tenía en tiempos de Jesús el contenido preciso que tendrá luego en Pablo de Tarso. A este colectivo de “pecadores” se los consideraba excluidos de la Alianza, bien por su vida inmoral, bien por su profesión, bien por su contacto con paganos, su colaboración con Roma, etc. Forman dentro de Israel un grupo proscrito y despreciado, sobre todo, por los sectores más observantes y rigoristas que los excluyen de la convivencia (banquetes, saludos, matrimonio…). Su conversión se consideraba prácticamente imposible. Los más conocidos eran los “publicanos” y las “prostitutas”.
Lo que más escandalizaba era la costumbre de Jesús de sentarse con ellos a comer en la misma mesa. No es algo anecdótico y secundario. Es el rasgo que caracteriza su modo de actuar con los pecadores más despreciados. En medio de un clima de condena y discriminación, Jesús introduce un “signo de acogida”. La reacción fue inmediata. Los evangelios recogen fielmente, primero la sorpresa: “¿Qué? ¿Es qué come con publicanos y pecadores?” (Marcos 1,16). No guarda las debidas distancias. ¡Qué vergüenza! Luego, la hostilidad, el rechazo y los insultos. “Aquí tenéis a un comilón y bebedor de vino, amigo de pecadores” (Lucas 7,34; Mateo 11,9). El asunto era explosivo. Sentarse a la mesa con alguien siempre es una prueba de respeto, confianza y amistad. No se come con cualquiera y menos en aquella sociedad donde se cuidaba tanto la propia santidad santa. ¿Cómo podía comer con pecadores e indeseables alguien considerado por muchos como “hombre de Dios”.
Pero, además, Jesús se acercaba a comer con ellos, no como un maestro de la Ley, preocupado por examinar su vida escandalosa, sino como profeta de la misericordia de Dios, que les ofrece su amistad y comunión. El significado profundo de estas comidas con pecadores consiste en que Jesús crea con ellos “comunidad de mesa” ante Dios. Comparte con ellos el mismo pan y el mismo vino; pronuncia con ellos “la bendición a Dios” y celebra anticipadamente el banquete final que, según anuncia Jesús, el Padre está ya preparando para sus hijos e hijas. Con este gesto profético Jesús les está anunciando la Buena Noticia de Dios: “Esta discriminación que estáis sufriendo dentro del pueblo elegido no refleja el misterio último de Dios. También para vosotros el Padre es misericordia y bendición”.
La mesa de Jesús es una mesa abierta a todos. Dios no excluye a nadie, ni siquiera a los pecadores. En el proyecto del reino de Dios todo ha de ser diferente. No hay por qué reunirse en mesas diferentes. Jesús sabe muy bien que su mesa con pecadores no es la “mesa santa” de la que se enorgullecen los fariseos  ni la “mesa pura” de los miembros de la comunidad de Qumrán. Es la “mesa acogedora” de Dios. Con su actuación, Jesús no justifica la corrupción de los publicanos ni la vida de las prostitutas. Lo que hace es romper el círculo diabólico de la discriminación y abrir un espacio nuevo donde todos son acogidos e invitados a encontrarse con el Padre de la Misericordia. Jesús pone a todos, justos y pecadores, ante el misterio insondable de Dios. Ya no hay justos con derechos y pecadores sin derechos. A todos se les ofrece la misericordia infinita de Dios. Solo quedan excluidos los que no la acogen.
4. El principio-misericordia
Después de siglos de cristianismo es necesario hoy rescatar la misericordia como principio de actuación práctica liberándola de una concepción sentimental y moralizante. El lenguaje de la misericordia puede ser peligroso y ambiguo. En concreto, puede sugerir los buenos sentimientos de un corazón compasivo, pero sin el acompañamiento de un compromiso práctico; puede quedar reducido a “hacer obras de misericordia” en algún momento, sin abordar las causas injustas de muchos sufrimientos; puede entenderse como una actitud paternalista hacia algunos individuos, sin reaccionar ante una sociedad que sigue funcionando de manera inmisericorde e injusta.
Hemos de escuchar la llamada de Jesús como un grito de indignación absoluta: el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado en serio; no puede ser aceptado como algo normal pues es inaceptable para Dios. Por eso el teólogo Jon Sobrino propuso hace unos años hablar del “principio-misericordia”, es decir, un principio interno que está en el origen de nuestra actuación privada y pública, que permanece siempre presente y activo, que imprime en nosotros una dirección y que va configurando nuestro estilo de vivir erradicando el sufrimiento y sus causas o, al menos aliviándolo” (Jon Sobrino, Principio-misericordia, Bajar de la cruz a los pueblos crucificados. Santander, Sal Terrae 1992, 31-45 sobre todo).
Ya Jesús, en la parábola del buen samaritano, nos ofrece de manera muy concreta la dinámica de la práctica propia de la misericordia (Lucas 10,30-36). Según el relato, un “hombre” asaltado, robado y despojado de todo, yace abandonado en la cuneta de un camino solitario. Por el camino aparecen dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Son representantes de la religión del Templo. Los dos actúan sin compasión alguna. Al llegar al lugar “ven” al herido, “dan un rodeo” y siguen su camino. Tal vez, como servidores del Templo se atienen al “principio de santidad” del Levítico: “Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios soy santo”.
Aparece en el horizonte un tercer viajero. No es sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece al pueblo elegido. Pero este samaritano va a actuar según el “principio-misericordia”. Lucas describe su actuación con todo detalle. Al llegar al lugar “ve” al herido, “se conmueve”“se acerca” al hombre y, movido por la compasiónhace por aquel hombre todo lo que puede para restaurar su vida.
  • Primero, la “mirada compasiva”. La misericordia se despierta en nosotros, no tanto por la atención a las leyes morales o la reflexión de los derechos humanos, sino cuando sabemos mirar al que sufre de manera atenta y responsable haciendo nuestro su sufrimiento. Esa mirada es la que puede liberarnos de ideologías que bloquean nuestra compasión y de marcos morales y religiosos que nos permiten vivir con la conciencia tranquila. En la Iglesia cambiará nuestra actitud ante las personas homosexuales cuando aprendamos a mirarlos de manera diferente.
  • Segundo, “se acercó” al herido. Se aproximó. Se hizo prójimo. No se pregunta quién es aquel desconocido para ver si puede tener alguna obligación para con él por razones de raza o de parentesco. Quien vive desde el principio-misericordia se acerca a todo ser humano, cualquiera que sea su raza, su religión, su pueblo o su condición sexual. No se pregunta a quién me debo acercar sino quién me necesita cerca.
  • El compromiso de los gestos. El samaritano de la parábola no se siente obligado a cumplir un código determinado de obligaciones. Sencillamente responde a la situación del que sufre inventando toda clase de gestos para restaurar su vida y aliviar su sufrimiento.

José Antonio Pagola
11/mayo/2016

Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos-1


Quiero comenzar haciendo unas observaciones para que se comprenda mejor el contenido de mi intervención, su alcance y también sus límites. No soy un moralista ni tengo conocimientos especiales sobre la realidad de la homosexualidad. En estos momentos vivo totalmente entregado a conocer mejor a Jesús y a impulsar en el interior de la Iglesia una renovación arraigando la experiencia cristiana con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús, en su mensaje liberador y en el proyecto humanizador que Jesús llamaba el “reino de Dios”.
Por eso, mi exposición tendrá dos partes. En la primera expondré el “principio-misericordia” que inspiró y motivó toda la actuación profética de Jesús y que dejó como herencia a sus seguidores y a toda la Humanidad: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso (Lucas 6,36). En la segunda parte, trataré de mostrar cómo el “principio-misericordia” nos puede ayudar a dar pasos concretos hacia una sociedad liberada de homofobia donde la comunidad homosexual pueda convivir de manera más digna, justa y dichosa en medio de una mayoría heterosexual.
El momento actual es decisivo para abordar el problema de la homofobia. Me explico. El Papa que preside hoy la Iglesia Católica se ha pronunciado de manera clara con palabras impensables todavía hace unos años. Son dos frases breves que abren el movimiento de Jesús hacia un horizonte nuevo, aunque las fuertes resistencias a Francisco hayan obligado a “aparcar” de momento el tratamiento a fondo del tema de la homosexualidad en el último sínodo sobre la Familia. Es el momento de reaccionar desde las comunidades cristianas.
En el avión de regreso de su viaje a Brasil, a preguntas de periodistas, decía así: “Si una persona gay busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”. No es una encíclica, no es un documento magisterial, pero, tal vez, es mucho más. Es la convicción profunda del papa Francisco donde, por fin, resuenan las palabras de Jesús: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Mateo 7,1).
En respuesta a Yayo Grassí, antiguo alumno de Jorge Bergoglio, homosexual que vive en pareja en EE.UU., que pedía a Francisco una aclaración en torno a un episodio en que se había visto envuelto el papa. Francisco termina su carta con estas palabras: “Quiero asegurarte que en mi trabajo pastoral no hay lugar para la homofobia”.
1. La condición homosexual
Desde el inicio es importante que utilicemos un lenguaje adecuado y preciso para evitar expresiones cargadas de connotaciones peyorativas. Desde hace algunos años, el término “homosexualidad” ha pasado a significar la realidad humana total de las personas cuya pulsión sexual está orientada hacia personas de su propio sexo. El término proviene del griego “homoios”=igual y “sexus”=sexo (el término fue introducido por Fereneczi, médico húngaro en el siglo XIX; bastantes organizaciones homosexuales lo rechazan por su origen clínico y prefieren designarse como “gais” y “lesbianas”).
Con la palabra “homosexualidad” queremos referirnos a la condición humana de una persona que, en su dimensión de sexualidad se caracteriza por estar constitutivamente movida por una pulsión sexual orientada hacia personas del mismo sexo.
Con esto se quiere decir:
  • El homosexual es, ante todo, un ser humano con su dignidad personal, con un destino y una vocación a crecer y realizarse como persona humana, lo mismo que el heterosexual. Su peculiaridad tiene su raíz y manifestación más clara en que su pulsión sexual está orientada hacia personas del mismo sexo. Por eso, al hablar de las personas homosexuales, hemos de tener siempre presente toda su realidad humana y su dignidad personal sin centrar la atención de manera reduccionista y por lo tanto falsa solo en lo sexual o genital.
  • No hemos de confundir la condición homosexual con una enfermedad. La homosexualidad no lleva consigo, de por sí, ningún rasgo de patología somática o psíquica. En 1973, la American Psichiatric Association concluyó su estudio afirmando que la homosexualidad no puede ser catalogada como enfermedad. En 1990, la Organización Mundial de la Salud la eliminó definitivamente de la lista de enfermedades.
  • Tampoco hemos de confundir la condición homosexual con actuaciones anómalas o desviadascomo por ejemplo: la pederastia, el sadismo, la prostitución, promiscuidad, violación…; lo mismo que no confundimos la condición heterosexual con ese tipo de actuaciones. No hemos de admitir que se hable de los homosexuales en clave de “perversión”, “desviación”, “inversión”.
  • Si me he detenido en todo esto es porque pienso que, para caminar hacia una sociedad libre de homofobia, hemos de aprender a mirar, respetar y amar al diferente en su propia realidad, sin falsearla.
    2. Sed misericordiosos como vuestro Padre
    Lo primero que hemos de grabar bien es que Jesús capta y vive la realidad insondable de Dios como un misterio de misericordia. Lo que define a Dios no es el poder o la fuerza como a las divinidades paganas del Imperio. Por otra parte, Jesús no habla nunca de un Dios indiferente o lejano, olvidado de sus hijos. Menos aún, de un Dios interesado por su honor, sus derechos, su templo, su sábado… Dios es un misterio de compasión. Es “rahum”, misericordioso, tiene “entrañas de misericordia” (“rahamin”).
    (Empleo indistintamente los términos “misericordia” y “compasión”. De ordinario, prefiero hablar de “compasión” para sugerir la cercanía al que sufre –padecer con él– y de “misericordia” para sugerir la atención al que sufre –poner el corazón en el que está en la miseria).
    Dios no vive de espaldas al sufrimiento de sus hijos. Por decirlo de alguna manera, la compasión es su modo de ser, su manera de mirar el mundo y de reaccionar ante sus criaturas. Jesús no le vive ni le experimenta a Dios al margen del sufrimiento humano. Por eso no separa nunca a Dios de su proyecto de construir un mundo más digno, más justo, más dichoso para todos, empezando por los que más sufren.
    (Las parábolas más importantes de Jesús son las que narra para comunicar su experiencia de un Dios misericordiosos que solo busca el bien de sus hijos: El padre bueno, Lucas 15,11-32; El dueño de la viña, Mateo 20,1-15; El fariseo y el recaudador, Lucas 18,9-14).
    Toda la actuación profética de Jesús arranca y está motivada y dirigida por la misericordia de Dios. Su pasión por Dios se traduce en compasión por el ser humano. Es la compasión de Dios lo que atrae a Jesús hacia los maltratados por la vida o por los abusos e injusticias. Lo que lo hace tan sensible al sufrimiento y la humillación de la gente. Pero, sobre todo, es la compasión lo que empuja a Jesús a vivir y a morir “buscando el reino de Dios y su justicia: ese mundo más digno y dichoso para todos, empezando por los que más sufren.
    Movido por la misericordia del Padre, “la primera mirada de Jesús no se dirige propiamente al pecado de los otros sino a su sufrimiento” (J. B. Metz). El contraste con Juan el Bautista es esclarecedor. Toda la actividad del Bautista gira en torno al pecado: denuncia los pecados del pueblo, llama a los pecadores a penitencia y les ofrece un Bautismo de conversión y purificación. El Bautista no se acerca a aliviar el sufrimiento de los enfermos, no limpia a los leprosos liberándolos de la exclusión, no acoge a las prostitutas, no abraza a los niños de la calle, no se sienta a comer con “pecadores” excluidos de la Alianza. No hace gestos de bondad. Su actuación es estrictamente religiosa.
    Para Jesús, por el contrario, la primera preocupación es el sufrimiento de las gentes enfermas y desnutridas de Galilea, la defensa de los campesinos explotados por los poderosos terratenientes, la acogida a pecadores y prostitutas, los más despreciados y olvidados por la religión. Por decirlo de alguna manera, en la actuación de Jesús es más determinante suprimir el sufrimiento y humanizar la vida que denunciar los pecados y llamar a los pecadores a la penitencia. No es que no le preocupe el pecado, sino que para el Profeta de la compasión, el mayor pecado contra el proyecto humanizador de Dios consiste en introducir en la vida sufrimiento injusto o tolerarlo con indiferencia desentendiéndonos de las personas que sufren.
    Jesús vivió en una sociedad profundamente religiosa donde el ideal supremo estaba formulado así en el Levítico: “Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (Levítico 19,2). El pueblo ha de ser santo, como el Dios que habita en el Templo: un Dios que ama a su pueblo elegido pero rechaza a los pueblos paganos, bendice a quienes observan la Ley pero maldice a los pecadores, acoge a los puros pero separa a los impuros. Paradójicamente, esta imitación de la santidad de Dios, entendida como separación de lo pagano, lo no-santo, lo impuro y contaminante, que estaba pensada para defender la identidad de Israel, fue generando de hecho una sociedad discriminatoria y excluyente donde había: israelitas elegidos y paganos rechazados; sacerdotes de un rango superior de pureza y pueblo ordinario; varones con un nivel superior de pureza y mujeres siempre sospechosas de impureza por su menstruación y los partos; sanos que gozan de la bendición de Dios y leprosos, ciegos, tullidos… excluidos incluso del acceso al Templo. Esta religión generaba barreras y discriminación; no promovía la mutua acogida, la fraternidad y la comunión.
    Jesús lo captó enseguida. Y con una lucidez y una audacia sorprendente introdujo para siempre en la historia humana un principio que lo transforma todo: “Sed misericordiosos como vuestro Dios es misericordioso” (Lucas 6,36). Es la misericordia y no la santidad el principio que ha de inspirar la conducta humana.Dios es grande y santo no porque rechaza y excluye a paganos, pecadores e impuros, sino porque ama a todos sin excluir a nadie de su misericordia. Dios no es propiedad de los buenos. Su amor está abierto a todos, también a los malos. Dios es de todos. En su corazón hay un proyecto integrador. Dios no separa ni excomulga, sino que acoge y abraza. No bendice la discriminación. Busca un mundo acogedor y solidario donde los santos no condenen a los pecadores, los ricos no exploten a los pobre, los poderosos no abusen de los débiles, los varones no dominen con su prepotencia a las mujeres.
    “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. Hemos de grabar bien estas palabras de Jesús en el corazón de la Iglesia. Estas palabras no son propiamente una ley o un precepto más. Se trata de reproducir en la tierra la misericordia del Padre. Esta llamada a la misericordia es la clave del Evangelio, la gran herencia de Jesús a la Humanidad. El único camino para construir un mundo más justo y fraterno. El único modo de hacer entre todos una Iglesia más humana y más creíble.
    José Antonio Pagola
    11/mayo/2016

Religión Judía aprueba los matrimonios gay


El judaísmo muestra apertura para la unión entre personas del mismo sexo, pero los islamistas lo prohíben
Alejandro Suárez
Mientras que organizaciones cristianas se han pronunciado públicamente contra la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, para la comunidad judía en México no hay ningún inconveniente con el matrimonio igualitario, en tanto la comunidad lo apruebe. Sin embargo, para el Islam, esta práctica está prohibida.
Consultados por 24 HORAS, integrantes de las comunidades musulmana y judía explicaron las razones por las cuales están en contra y a favor de las bodas gay, pero siempre respetando al Estado laico que gobierna nuestro país y la libertad de creencias.
Para la religión judía hay más apertura para las uniones gay. Luis Perelman, presidente del grupo judío LGBT Shalom Amigos, explicó que si bien hay un grupo que sigue sin aceptarlo, ya hay una resolución rabínica que permite que haya matrimonio religioso entre personas del mismo sexo.
“La comunidad judía no tiene posición porque reconoce el Estado laico, el matrimonio civil en los movimientos conservador y reformista no tienen ningún inconveniente(el movimiento ortodoxo es el que sigue con sus reservas), y el matrimonio religioso, cuando la comunidad lo aprueba, así se hace, pero ya no hay impedimento”, aseveró.
En tanto, para el Islam, el matrimonio tiene tres objetivos: agradar a Alá, complementar al musulmán y crear una familia con hijos, por lo que la unión entre personas del mismo sexo va en contra de sus creencias, explicó Mohamed Ruiz, director general del Centro Salafi México.
“El Matrimonio es un vínculo que se genera entre dos seres humanos de diferente sexo, es decir, un hombre y una mujer, éste se genera primero para agradar a Alá; número dos, porque se considera como la mitad de la religión del Islam; y número tres, finalmente esto genera una familia. El matrimonio entre personas del mismo sexo es algo detestable para el creador de los mundos, es algo prohibido en el Islam”, dijo.
Fuente 24Horas

sábado, 24 de septiembre de 2016

El Frente Orgullo Nacional MX cumple su amenaza de revelar sacerdotes homosexuales


El jueves, 22 de septiembre, Cristian Galarza, como portavoz del FONMX, difunde en rueda de prensa una lista con los nombres de hasta 38 religiosos católicos que supuestamente han mantenido relaciones homosexuales consensuadas, «pero también hay casos de abuso sexual (…). No condenamos la homosexualidad, sino la doble moral de quienes convocan a marchas contra el matrimonio entre parejas del mismo sexo». Se trata de una respuesta a lasMarchas por la Familia promovidas por el Frente Nacional por la Familia, que tienen una segunda marcha prevista para este sábado, día 24, después de la del 10 de septiembre.

«Ser homosexual para nosotros, no es algo vergonzoso, lo vergonzoso es la falta de honestidad», aclaran desde el FONMX, donde han recibido varios testimonios de hombres «cansados de la doble moral de los jerarcas de la Iglesia Católica», quienes han decidido «sacar a la luz relaciones amorosas que mantuvieron con algunos de ellos». La responsabilidad de la veracidad de sus relatos es de cada uno de los delatores, aunque desde FONMX se sienten en la obligación de proteger sus identidades. Los testimonios proceden de todos los estados de México, Puebla, Veracruz, Yucatán, Nuevo León, Azcapotzalco, Xochimilco y Ciudad de México.

Sacerdotes fuera del armario

De entre la lista de clérigos destacan los nombres de altos cargos de la iglesia como monseñorJuan Carlos Guerrero Ugalde, coordinador de la Vicaría para los Laicos de la Arquidiócesis Primada de México, señalado por un ex trabajador suyo y de otros miembros del clero que asegura comprobó su homosexualidad. Ex rector de la Basílica de Guadalupe, también monseñorDiego Monroy Ponce ha sido señalado por una persona que asegura haber sido su amante secreto.

A pesar de haber calificado como si de una plaga se tratara a las madres solteras el arzobispo de la arquidiócesis de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, no tiene problema para mantener encuentros sexuales clandestinos con personas de su mismo sexo. Aunque uno de los nombres que más revuelo ha causado es el de Hugo Valdemar, portavoz de la arquidiócesis, quien siente un profundo resentimiento hacia las personas que viven libremente su sexualidad.

División de opiniones en el colectivo

La lista se publica dos días antes de la segunda manifestación convocada por el Frente Nacional por la Familia, que tiene prevista marchar en México D.F. el próximo sábado, 24 de septiembre. «Respondimos a una provocación. Nuestros derechos no son negociables, no tendríamos que estar luchando por tener a nuestras parejas», señala Rocío Jaramillo, integrante de FONMX. Sin embargo, no todos los activistas han respondido de la misma manera, como Flypy Morales de Franco, presidenta de la Asociación Civil por un Veracruz sin Discriminación, quien considera que la decisión de salir del armario es personal, aunque sí ha coincidido en señalar al doble moral de unas personas que viven de una manera de puertas a fuera, para hacer todo lo contrario de lo que predican puertas a dentro.

La activista Kenly Pacheco Morales anticipa que FONMX también se concentrará el sábado, en el Ángel de la Independencia, punto al que está prevista la llegada de la marcha del Frente Nacional por la Familia, aunque han asegurado que «no habrá confrontación (…). Los recibiremos con consignas de amor, por nuestra parte no habrá violencia», tal y como han acordado con Patricia Mercado, secretaria de gobierno de la Ciudad de México.

Con toda probabilidad hasta allí llegará también Alan Alexis, coordinador de HomoVox MX, un movimiento formado por personas homosexuales que defienden el matrimonio entre un hombre y una mujer y el derecho de los niños a tener un padre y una madre, quien ha expresado públicamente su apoyo al Frente Nacional por la Familia, alentando a sus seguidores a unirse a la Marcha por la Familia.