sábado, 11 de agosto de 2012

“Católico y homosexual, quiero vivir mi fe y mi diferencia”.



Para vivir por fin a plena luz, Jean-Michel Dunand escogió escribir y contar su itinerario . Hoy, animador en pastoral en un gran liceo católico de Montpellier, ha pasado ” de la vergüenza a la luz

 Sintió muy joven que no era “igual a los otros”. ¿Cuándo y cómo descubrió su homosexualidad?
He sido muy precoz, tan lejano en la medida que puedo recordar, sensible al cuerpo de los hombres. Tenía seis años cuando, yendo con mis padres a la feria, descubrí que la belleza de estos cuerpos masculinos me fascinaban. Verdaderamente no comprendía y pensaba ser único en el mundo experimentando esto. En mi  pequeña ciudad natal saboyana de Albertville, no tenía ningún modelo homosexual con el cual identificarme. En las comidas familiares, se evocaba de cuando en cuando a un primo, de más de diez años, desterrado en otra ciudad y que, se decía, tenía ” costumbres  aparte “, pero yo no sabía que él y yo compartíamos posiblemente la misma experiencia.
No se escoge, escríba, el ser homosexual, no más que ser heterosexual. ¿ No es pues producto  de la libertad?
Me ha hecho falta tiempo para comprender que no había elegido, que no podía cambiar. Mi homosexualidad se me impuso de la misma manera que mi talla o mi físico.  Jamás he sido afeminado, justo  refinado pero cuando jugaba, era natural para mí  disfrazarme de chica.  Atraído por la vida religiosa, me imaginaba carmelita tras los pasos  de Teresa. Pensaba: “ si te convirtieras en una mujer, todo volvería al orden . “ No afirmo que la homosexualidad es innata sino que se inscribe en la singularidad de una historia. Sin embargo, en los espíritus y las iglesias, todavía se arrastra la idea de que se puede cambiar, que es una cuestión de voluntad… ¿ Pero quién voluntariamente desearía exponerse a la diferencia?
Yo no decía nada pero los otros chicos me adivinaban, no me gustaba el deporte, el fútbol, los juegos violentos. Disimulaba sin interrupción, con el miedo a ser descubierto un día. Más tarde, pensé a menudo que si los homosexuales se reconocen entre ellos, es porque se sabe leer en la mirada del otro este cansancio de tener perpetuamente que esconder quién se es. Y luego, está ese día, en 5º, cuando, llegando tarde, debí adelantar toda la fila y hacer frente a los insultos, “pédé “, “marica”… Viví la experiencia de la vergüenza, la que te empareda viviendo en una tumba.
Y luego, esta otra llamada, la de una vida religiosa…
Sí, a los 8-9 años, fui como alcanzado por  Cristo, lloré delante de la Pasión de Jesús leyendo una vida de santo ofrecido por un catequista. Más tarde, a la edad de  14, sólo en la iglesia abacial de Tamié, experimenté una presencia de amor, una paz profunda. Secretamente guardé este encuentro en el fondo de mí y, al mismo tiempo, me construí un personaje, el del pequeño cristiano perfecto, el futuro sacerdote que ayudaba en misa, inspiraba confianza al cura y enarbolaba una gran cruz de madera muy visible. Era más fácil ser el pequeño santo en ciernes que el pequeño homosexual. Prefería que me burlaran por mi fe que por mi homosexualidad. Yo mismo levanté, con la religión, una muralla a mi alrededor para protegerme de la mirada de  los otros y sobre todo de mí mismo, de mis propios vagabundeos…
Son las páginas más terribles de su libro. Cuenta cómo, a la edad de 14 años, en Lourdes, aceptó los tocamientos de un desconocido. La sexualidad sin el amor, afirmas…
Ese día allí, el suelo se abrió bajo mis pies. Me sentía sucio pero descubría también que había sido atraído. Entre los 18 y 25 años, viví un verdadero descuartizamiento , una doble vida, era Dr. Jekyll y Mr Hyde. De un lado, el convento de los carmelitas, en los grupos de oración y de evangelización, luego el seminario por algunos años, me presentaba en modelo de la fe, vestido de blanco con una gran capa negra, sandalias a los pies… Del otro, encontraba a hombres de prisa y corriendo. Me negaba a instalarme en una relación cualquiera. Me decía que era menos grave así, que era mi fragilidad y que a base de oraciones, de confesión,  de vida sacramental, iba a salir de allí. Las raras veces en que me confié, me hablaron de “resbalón“. Que  iba a curárme por la oración de liberación. En este período, sólo  Cristo no me soltó.
¿ Que habría querido oír en ese momento?
Con la distancia, de 46 años, creo que me habría gustado ser oído en profundidad. Qué se me reenvíase la realidad para no huir más sino descubrir mi más profunda humanidad, mi afectividad, mi sexualidad en lugar de enterrar todo esto bajo una pseudoespiritualidad. Después de haber escuchado mucho, compruebo que no es raro que las personas homosexuales empiecen sus relaciones en lugares glaucos. Posiblemente porque se prohibe vivir el amor y la ternura a plena luz.
¿Qué es lo que le ayudó?
Se había intentado curarme, hasta exorcizarme, se me iba a internarme para una cura de sueño. Iba de mal en peor, pensaba en el suicidio. Y me dije ” ¡ ya basta! “. Es la amistad entonces la que me ayudó. La de Patrick, un amigo, que me abrió otro camino. Comencé un trabajo de agente de serviciohospitalario que me permitió reanudar con una vida normal, una justa estima de mí mismo, y vivir mi homosexualidad más de verdad. Encontré el amor también y vivo ahora una relación estable desde hace veinte años. Por fin, confiaron en mí. Así soy animador en pastoral, en una escuela católica, pronto desde hace dieciseis años gracias a la confianza que me hizo, con todo conocimiento de causa, un jefe de establecimiento.
¿Que pide hoy a la Iglesia?
No reivindico nada, si no es el derecho a vivir sin ser amputado de una parte de mí mismo. Como católico, quiero poder vivir mi fe y mi camino de apertura en la sexualidad y la ternura compartida con una persona del mismo sexo. No soy un militante que saca el estandarte de la causa gay. Pero no puedo tampoco adherirme a estas certezas según las cuales ” la homosexualidad está contra naturaleza y fuera del plan de Dios “. Esto conduce a un callejón sin salida. Si reivindico algo, es un cambio y una humildad de mirada. Con las personas “ homosensibles “ – prefiero hablar así porque esto no nos reduce a la sexualidad – estmos a menudo frente a trayectos fracturados, vidas accidentadas. Pero también de verdaderas sensibilidades con relación al arte, a la belleza, a la espiritualidad. Mire al número de homosexuales entre los grandes artistas, los creadores de moda… Son en todo caso vidas singulares  que no  pueden juzgarse sin conocerlas, ni explorando en su intimidad. ¿Frente a la mujer adúltera en el evangelio, que hace Jesús? No la interroga sino que desplaza las miradas, poniéndose en cuclillas para escribir sobre el suelo; desplaza también a los mismos acusadores, porque todos ellos se van cuando los reenvíaa  su propio pecado. No encerremos a las personas en nuestras normas y nuestras miradas intransigentes.
Ha creado en el año 2000, en relación  con monasterios, la Comunión Béthanie, al servicio de las personas homosensibles y transgéneross.
Sí, es una comunión contemplativa. Nos encontramos dos veces por año para un retiro en un monasterio, a veces en la abadía de Tamié. Pero estamos, cada día, en unión de oración a través de un pequeño oficio compuesto de salmos, Bienaventuranzas y una oración de intercesión, como un trazo de unión entre nosotros. Más allá del círculo de comprometidos, hay amigos también que ruegan cada jueves por nuestras intenciones, padres de niños homosexuales, contemplativos como el Carmelo de Mazille, incluso obispos que se nos unen en esta fraternidad espiritual. Nuestro objetivo es hacer evolucionar las miradas, de poner también gestos simbólicos como, por ejemplo en el momento de los gay prides, proponiendo una oración en las iglesias para llevar espiritualmente el progreso de las personas homosensibles. Creo que la evolución de los cristianos con respecto a los homosexuales se hará por la oración. ¡ El militance da miedo, no los monjes! Invitando a la oración, llamamos pacíficamente a acoger esta mirada del Cristo que descoloca. La Iglesia necesita en este tema una cura de silencio. No le pido reconocer la homosexualidad con el mismo tratamiento que la heterosexualidad sino mirar a las personas y favorecer instancias de encuentro y de escucha.
 ¿ Qúe mensaje desea transmitir a los cristianos?
Antes de arriesgar una palabra, tómese un tiempo para escuchar a las personas homosexuales. Antes de discutir sobre ideas, conozca las vidas. Es el poder hablar y  ser oído lo que personalmente me ha salvado. En el marco de mi oficio, permanezco discreto en mi vida personal pero sé que recibí la confianza de mi obispo, de mi director diocesano, de mi jefe de establecimiento, soy  claro con ellos. Es Freud quien decía: ” ¡ cuando alguien habla, es de día! “ Es quizá justamente por que sea de día por lo que escribí y publiqué este libro *
* Libre. De la honte à la lumière (Presses de la Renaissance)

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