jueves, 29 de marzo de 2012

Carta abierta de un Jesuita a Daniel Zamudio.


Hace tres semanas unos neonazis atacaron en Chile a Daniel Zamudio por ser homosexual, y según las últimas informaciones que nos han llegado, murió ayer, tras pasar todo este tiempo en coma. Hay que ser sincero y reconocer que aunque el cristianismo no apoye este hecho, es indudable que con su discurso homófobo lo potencia. A pesar de eso, no todo el cristianismo es igual, y a eso nos aferramos, y por eso trabajamos. Os dejamos una carta que el Jesuita Marcos Cárdenas ha dirigido a Daniel. Una carta que hemos encontrado en la revista EL Observatodo.
Por Marcos Cárdenas, jesuita. Estudiante Filosofía en la UAH.
Estimado Daniel:
Me permito escribirte estas líneas pese a que no nos conocemos, y a que posiblemente no logres leer esta carta. Lo hago, porque no puedo quedarme callado por el mal en el que unos recalcitrantes sujetos o, mejor dicho, canallas que no son capaces de reconocer la grandeza y misterio del ser humano, te masacraron a golpes tan sólo por tu condición sexual.
Probablemente, te preguntarás por qué un religioso te está escribiendo, sabiendo que ha pertenecido a una institución que ha condenado moralmente y excluido a los homosexuales en tiempos pretéritos. Por desgracia, vivimos en una sociedad homofóbica, que no respeta esa condición. Te cuento que soy reacio a las posiciones irrespetuosas, las que censuran, las inquisidoras, las oscurantistas. Mi actitud frente a esta tendencia es de diálogo. Tengo claro que algunos sectores de la Iglesia aún poseen una posición intolerante que no comparto: pero ése es otro tema.
Te escribo con la intención de contarte que este bestial, cruel y despiadado ataque no pasará a la historia como un asalto más, o como una noticia de crónica roja más. Te prometo que lucharemos y combatiremos para que esta práctica nefasta sea extirpada de nuestra sociedad. Ha habido instituciones que han sido proféticas en la denuncia y condena de estos actos; el MovilH y la Fundación =Iguales entre otras. Para mí esas instituciones han sido presencia de Dios, y lo afirmo, han sido, puesto que las lesbianas, gays, transexuales y bisexuales son hijos e hijas predilectas de Dios porque han sido perseguidas, pisoteados y excluidos en la historia.
Estoy seguro, Daniel, de que Dios te ama profundamente, ama tu vida, tu familia y tu condición homosexual, para nosotros eres nuestro orgullo y causa de admiración. Si nosotros los cristianos creemos en un Dios que es y se manifiesta en el amor, ¿no será que el amor entre personas del mismo sexo, por lo tanto, no es nada más ni nada menos que una concreción del amor de Dios? Créeme que si la utopía del amor se concreta, espero que nunca más existan las trincheras del odio y la violencia.
Me despido con un abrazo grande y te encomiendo en mis oraciones.
Hasta siempre, Daniel.

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